Sacerdote habría dejado a anciana en la indigencia

Presuntamente con engaños, un sacerdote salesiano de Cuenca despojó de su casa a una adulta mayor de 76 años, quien además sufre de discapacidad y se aferra a no perder su único refugio.

Este viernes a las 15:30 se conocerá si un juzgado de la ciudad da la razón a María Ángela C. quien de acuerdo con los abogados que acogieron su caso fue engañada por un religioso para que le entregue su único bien.

Durante la audiencia en la que se pidió una acción de protección para María Ángela, sus abogados indicaron que en el 2013 conoció al padre Ángel Leonardo L. a quien, mediante confesión le contó que tenía un inmueble ubicado en Carmen de Sinincay.

Según la petición judicial, el sacerdote se ofreció a ayudarla y le brindó arroz, azúcar, carne, pollo, entre otros víveres, a la vez que le pedía firmar documentos y que le entregue la escritura de su bien.

La demanda indica que en mayo del 2013, tras ganarse la confianza de la adulta mayor, el sacerdote la llevó a una notaría donde le presentó a una mujer, que supuestamente iba a ayudar en el cuidado de María Ángela si firmaba unos documentos.

Dichos documentos fueron una escritura de compra venta de su bien por 9.999 dólares que según María Ángela nunca recibió. Es más, se negó a firmar aduciendo que no tenía lentes por lo que se le incitó para que ponga su huella digital en la escritura, aseguran sus abogados.

El día en el que ella puso su huella en ese documento la ayuda del cura cesó por completo, afirma la adulta mayor. Cuando quiso regresar a su hogar el sacerdote le negó el paso.

Los vecinos impidieron que sea desalojada, según la demanda, y ella trasladó sus enseres a la planta baja de la construcción que se empezó a hacer en el que era su terreno.

Durante 16 meses vivió en una improvisada covacha sobre un piso era de tierra, sin servicios básicos y en un espacio que funcionaba como bodega y tiradero de basura, mientras en su inmueble se edificaba un centro de oración.

María Angela vive sola, no tiene hijos, es desempleada, tiene discapacidad grave y no cuenta con ingresos.

Aún vive en un refugio improvisado, construido con materiales reciclados, con un techo inestable, sin luz, sin baterías sanitarias o servicios básicos, a la espera que la justicia le dé una respuesta. (JMM) (I)

 

REM

REDACCION EL MERCURIO

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