¿Cómo está el medio ambiente en Cuenca tras un mes de cuarentena?

Por Andrés Mazza

Desde la declaratoria de emergencia sanitaria y la obligación de quedarse en casa, la mayoría de calles se ven vacías. Ya no hay filas interminables de vehículos ni se escucha los ruidos ensordecedores. La circulación de buses y automóviles ha desaparecido, pero en medio de todo lo negativo que ha traído consigo el coronavirus esto ha dejado una buena noticia: ha mejorado la calidad del aire.

Desde el 2008, el Municipio de Cuenca monitorea el aire de la ciudad a través de un trabajo en conjunto entre la Empresa de Movilidad de Tránsito y Transporte (EMOV) y el Instituto de Estudios de Régimen Seccional del Ecuador (IERSE) que funciona en la Universidad del Azuay.

La labor de esas instituciones ha permitido conocer lo que sucede en el aire de Cuenca, que hasta el año pasado era contaminado en más de un 70% por los vehículos. Si bien las industrias también están relacionadas, la mayoría de emisiones compuestas de dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado provienen de los automotores.

Según proyecciones de la EMOV, en Cuenca circulaban en el 2019 un poco más de 150 000 vehículos a diario. No obstante, en el año 2018 solo se registraron 85 235 automotores a través de la aprobación de Revisión Técnica Vehicular, que entre otras cosas verifica que las emisiones no sean tan altas.

 

 

 

Sin embargo, con la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 los datos cambiaron en gran parte por el aislamiento social y principalmente por la prohibición de la circulación vehicular.

El aire está mejorando

Con la cuarentena impuesta por el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE), el IERSE, a través del trabajo de uno de sus investigadores, Chester Sellers, empezó a analizar la calidad del aire de Cuenca. El objetivo es hacer comparaciones entre el pasado, el presente y el después de las restricciones.

Por lo pronto las primeras cifras están disponibles: en la mayor parte de emisiones, como es el caso del monóxido de carbono y el dióxido de azufre, ha habido una reducción del 26%, mientras que el dióxido de nitrógeno ha disminuido en Cuenca en un 42%.

 

 

No obstante, el material particulado ha aumentado entre el 2% y el 3%, pues hace unos días cayó sobre la ciudad ceniza del volcán Sangay.

“El cambio de actividades, el cambio de cultura que tenemos este momento por la cuarentena nos ha demostrado que sí podemos mejorar nuestro ambiente, y esto se ha visto a lo largo de todo el mundo. Al disminuir el uso de vehículos, nuestra calidad de aire ha mejorado”, dice Sellers.

 

Sin ruidos

Pero no solo el oxígeno que respiramos ha mejorado, sino que la contaminación auditiva de igual manera ha disminuido.

El IERSE también analiza el ruido de la ciudad con el apoyo de la Comisión de Gestión Ambiental de Cuenca. Del análisis está encargada Julia Martínez, investigadora y docente de la Universidad del Azuay. De acuerdo a los últimos reportes y las comparaciones entre la primera y la última semana de marzo de 2020, se ha detectado una reducción importante del ruido.

En Cuenca hay siente sensores y de estos cuatro han registrado reducciones (los otros tres están en mantenimiento). En las zonas de la Remigio Crespo, El Arenal, el Estadio y en el Parque Industrial los niveles de disminución de contaminación auditiva son importantes.

Por ejemplo, en la Remigio Crespo la reducción entre las 07:01 y 21:00 es del 4,4%, mientras que entre las 21:01 y las 07:00 el ruido ha disminuido en un 17,3%. Una situación similar se presenta en El Arenal, donde está la Feria Libre: en la mañana y tarde la disminución es de un 6,6%, y en la noche y madrugada la contaminación ha disminuido en un 8,3%.

Cambio colectivo y políticas

Para los investigadores, a pesar de que la pandemia ha dejado más malas que buenas noticias, la mejora de la calidad del aire y la disminución del ruido son datos que podrían ser utilizados para hacer un cambio colectivo y con ello crear nuevas políticas para proteger el medio ambiente.

Entre los objetivos está controlar y limitar el uso del vehículo en la ciudad, mejorando la calidad del servicio del transporte público. Según Julia Martínez, si hubiera una mejor atención y puntualidad la gente podría optar por subirse en un bus y evitar la utilización de su automotor.

Por su parte, Chester Sellers cree que es necesario aumentar los espacios verdes de Cuenca porque también ayuda a combatir la contaminación. Sin embargo, se requiere del aporte de la ciudadanía.

“El cambio parte del individuo. Después de eso viene el hábito colectivo. Si nosotros no cambiamos primero, muy difícil vamos a tener políticas”, dice Sellers. (I)

REM

REDACCION EL MERCURIO

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