Sin internet y computadora, la otra pandemia que viven los estudiantes de la ruralidad

Una mesa limpia de madera, un amplio espacio en donde los niños pueden desparramar sus cuadernos y sus útiles escolares, una televisión plasma en la cual se ven imágenes nítidas de uno de los programas infantiles educativos que suelen pasar en las tardes, una tableta electrónica, una computadora portátil y una de escritorio.

A la hora que transmitían el video, el hijo de Esperanza López le dijo que su celular, que ya se cuelga con las aplicaciones móviles, no tenía señal y que no podía conectarse a internet.

Así promocionó el Ministerio de Educación el inicio de clases del régimen Costa en un video. Sin embargo, la realidad dista de las imágenes que se transmitieron por Facebook. Ese orden y ese ambiente es utópico para la mayoría de niños que estudian en una escuela pública.

Cuando no hay una computadora, las familias han optado por usar el celular. Aun así, sin conectividad, la educación se complica para los niños. AWM

Hasta antes de la pandemia, Esperanza dejaba a sus dos hijos en la escuela Benigno Jara, que se encuentra en Lentag, una comunidad que se emplaza entre Girón y Santa Isabel. Pero ayer todo fue distinto.

“Nos dicen que las clases van a ser por internet, pero no tenemos. No tenemos computadora y ni siquiera sabemos manejar para ayudarlos. No sabemos cómo vamos a hacer para estudiar”, dice, con preocupación, Esperanza.



Sus hijos recibieron una guía pedagógica para que inicien sus estudios, aun así no la miran como una herramienta porque Esperanza no se considera una profesora.

En la misma situación está Pablo Quituisaca y Ana Arpi. Ambos son los padres de una niña y de un adolescente, quienes cursan la primaria y la secundaria. Para suplir la falta de internet, Pablo habló con un familiar que sí tiene el servicio, y por lo menos su hijo que está por terminar el segundo de bachillerato ha logrado cumplir con las tareas.

“Nosotros podemos enseñar los valores, pero no somos maestros. No sabemos, y los estudiantes se van a quedar con vacíos. Queremos soluciones, y estamos prestos para buscar juntos, pero no tenemos ninguna respuesta”, dice Pablo, quien cree que se deberían habilitar los laboratorios de computación.

“Si los restaurantes tienen permiso para trabajar con menor capacidad, ¿por qué no las escuelas? Que se respete el distanciamiento en el laboratorio que allí hay computadoras e internet”, opina Pablo.

Guías pedagógicas

El 4 de mayo debían iniciar las clases bajo el régimen escolar Costa-Galápagos, pero la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19 obligó al Ministerio de Educación a reestructurar el calendario, por lo que se decidió que el 1 de junio sería la nueva fecha.



Ante esa realidad que no se vio en el video del Ministerio de Educación, se ha optado por entregar las guías pedagógicas a los estudiantes para que la revisen y puedan cumplir con sus tareas, si bien por el momento las próximas seis semanas serán de refuerzo, diagnóstico y evaluación para luego empezar con nuevos contenidos.

Solo en Azuay y Cañar, según Cristian Cobos, coordinador de Educación de esas provincias, son alrededor de 50 000 estudiantes que se rigen con el calendario escolar de la región Costa. Y de este número, el 30% no cuenta con internet ni con la tecnología suficiente para estudiar vía online.

El Ministerio de Educación ha entregado fichas pedagógicas para que los estudiantes puedan realizar sus tareas.

Aún no se han entregado todas las guías, que pueden ser descargadas en la página web: https://recursos2.educacion.gob.ec/. Se prevé que esta semana se cumpla con todos los estudiantes que no podrán estudiar por internet.

Inversión

Hace un mes, varios profesionales formaron parte de un foro junto a la ministra de Educación, Monserrat Creamer, en el que se habló de la situación de los estudiantes y de las decisiones tomadas para que los niños y adolescentes no se vean afectados por la pandemia.

En el foro se mencionó que sin inversión, las declaraciones de las autoridades de educación terminaban siendo buenas intenciones. A ello se sumó la falta de tecnología y la falta de preparación de los padres, en quienes ha recaído la responsabilidad de enseñar a sus hijos.

“El promedio de estudio que tiene una familia en el país es haber completado la educación básica. Eso quiere decir que la mayoría de los padres no están en condiciones de suplir al docente”, dice Henry Calle, ex coordinador zonal de Educación.

Henry también participó en el foro, en el cual se expusieron algunos de los problemas que tiene el sistema de educación pública, y que por la pandemia han salido a flote. Los participantes recalcaron que la inversión es primordial en la situación actual, sin embargo, ha sucedido todo lo contrario.

El pasado 28 de mayo, el viceministro de Gestión Educativa, Vinicio Baquero, renunció a su cargo. En su renuncia escribió:

“El éxito de una gestión al frente de una organización depende en gran medida del éxito de su financiamiento. Sin recursos, el discurso de una educación de calidad e inclusiva no pasa de ser un agregado de pensamientos utópicos y palabras vanas”.

Baquero agregó que discrepaba con algunas de las últimas decisiones de la ministra Creamer, entre estas, la suspención del Bachillerato Internacional y de uno de los poquísimos programas exitosos que tuvo el Ministerio de Educación en el gobierno de Lenín Moreno: el Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia.

Una nueva escuela

Todavía no hay nada claro si los estudiantes del régimen Sierra-Amazonía empezarán el próximo año escolar en las aulas o en sus casas. Según Cristian Cobos, si se reabren las escuelas serán de manera paulatina, no obstante antes de ello se deberá valorar, y para esto habrá que esperar hasta el mes de agosto.

Para algunos padres deberían habilitarse los laboratorios de computación, con la finalidad de que estos puedan ser usados para estudiar.

Por su parte, de acuerdo a las medidas que están tomando otros países, Henry Calle cree que se deberían reabrir las escuelas porque “los niños necesitan de interacción para su desarrollo”.

Pero, si reabren los centros educativos tienen que funcionar con otros parámetros. Por ejemplo: menos estudiantes en las aulas, nuevas formas de convivencia, inversión en un modelo híbrido compuesto por clases en casa y en la escuela.

“Este año debió de ser de preparación. Yo no entiendo esta carrera de meter tareas a los estudiantes, poner metas a los docentes, para llegar a septiembre a este proceso ineficiente”, dice Henry. (I)

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