Stabat 

Hace unos días subí a mi cuenta de Facebook una versión muy hermosa del STABAT MATER DOLOROSA, joya de la música barroca, escrita por Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736). Parece que el compositor, tempranamente fallecido, solo tuvo unos cinco años de actividad artística, pero dejó una corta producción muy importante.

Diez estrofas forman el poema (himno o secuencia) escrito en latín, en el siglo XIII, por un monje Giacopone da Todi, y versificado en castellano por Lope de Vega, en el Siglo de Oro. Uno de los momentos más bellos de la composición es el final: “Haz que me ampare la muerte/ de Cristo, cuando en tan fuerte/ trance vida y alma estén./ Porque, cuando quede en calma/ el cuerpo, vaya mi alma/ a su eterna gloria. Amén.”

En cualquier buscador de la computadora, con solo poner el nombre del compositor y de la obra, les saldrán una serie de opciones. Elegí la bellísima versión dirigdia por Peter Dijkstra, con la soprano Johannette Zomer y uno de los más extraordinarios contratenores del mundo: Maarten Engeltjes, y que tenía 348 mil reproducciones. William Vergara me mandó un cordial comentario y subió otra versión, la de la gran Nathalie Stutzman, una contralto que se convirtió en directora notable, con dos intérprete de primera:  el contratenor Philippe Jaroussky y la soprano Emöke Barathm, que ha alcanzado ya dos millones y medio de auditores. También se la puede buscar en internet o verla en mi página. Es una de las maravillas de la música universal, les encantará.

Acompañé la publicación de la obra con un poema mío de 2009, que, con respeto lo reproduzco para Uds., pensando que el arte y, en particular la literatura, puede aliviarnos un tanto de los dolores y la muerte acechante de este tiempo; espero les agrade: STABAT/ “Junto a la cruz de Jesús /estaba su madre… /Y junto al lecho/ del pequeño/ que suda,/se estremece,/se queja. //Siempre /junto a la cruz del hijo/cuando él muere /de una pena indecible, /de un dolor de la vida,/ de unas flagelaciones/ del destino /y una corona de espinas y de sueños inútiles. //Siempre, allí, /a tu lado, su lado, nuestro lado, /pues todos/ somos Cristo.// Lacrimosa, sí,/ pero firme, hasta el fin:/ el grito desgarrado,/ las tinieblas,/ el tercer día,/la resurrección”.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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