La chicha de la familia Pulla sí se saboreará este 24 de diciembre


Cesáreo Pulla recuerda su niñez a través de su bisnieto Cristopher Rea, quien coloca las tapas a las primeras botellas que contienen chicha. Hace poco más de ocho décadas Cesáreo hacía lo mismo junto a su madre: preparar esa bebida milenaria para guardarla en envases y entregarla a las personas que participaban del pase del Niño Viajero.

Hoy, con casi 89 años, la tradición de preparar la chicha en diciembre la mantiene Cesáreo. Aun con la emergencia sanitaria encima no puede dejar la bebida a un lado porque para él es una muestra de agradecimiento que le tiene a Dios por la vida que le ha dado.

Aunque este 2020 es diferente para todos, hace tres semanas la familia Pulla se reunió. En los primeros días solo participaron Cesáreo y su hija Patricia, quien tendrá la batuta de continuar con la tradición.

“Nos reunimos con papá y empezamos a realizar la chicha. Claro que ha sido un año difícil, pero estamos con salud, y eso es importante, y no podíamos de dejar de agradecer a Dios. Teníamos que hacer la chicha”, dice Patricia.

Para este año, a diferencia de los otros, la familia no invitó a nadie para la elaboración de la bebida. Querían tomar las debidas precauciones, y para eso debían reducir el número de integrantes que por lo general suelen tender su mano para la preparación.
Decidido aquello, la familia compró la caña de azúcar en Yunguilla y la jora, y empezaron con el trabajo que culminó con la fermentación de la chicha.

Entrega

En los años que presidieron al 2020, la chicha se repartía mientras se desarrollaba el pase del Niño Viajero, sin embargo, por la suspensión del evento, Patricia y Cesáreo decidieron que la repartición de la bebida se llevara a cabo hoy en las afueras de su casa, ubicada en la calle Remigio Crespo, junto al Batán Shopping.


Desde las once de la mañana, la familia estará en la puerta de su vivienda, entregando la chicha embotellada. Están listos un poco más de 2 000 litros para ser entregados. 
“Hemos tomado todas le medidas sanitarias y de bioseguridad para que la gente de Cuenca venga y se lleve la chicha. Queremos que se comparta con la familia en estos momentos difíciles”, dice Patricia.

Hace tres semanas se empezó a elaborar la chicha, con base a caña de azúcar y jora. Xavier Caivinagua/El Mercurio


La familia Pulla inició ayer con el embotellamiento de la bebida, ya que hoy, una vez que concluya la misa por el Niño Viajero, entregarán las primeras botellas a quienes asistieron al culto religioso. 
Si bien los tiempos son inciertos, la familia Pulla pretende continuar con su tradición instaurada en la ciudad. Para ello, Cesáreo a inmiscuido a sus hijos en la elaboración. 
“Hasta que muera yo estaré adelante, entregando la chicha.

Si el próximo año la gente viene diré que aquí estoy con mi chicha. Y cuando ya no esté espero que mis descendientes continúen con el legado”, dice Cesáreo. 
Patricia, que acompaña a su padre, espera continuar con el trabajo de dar chicha gratis, al igual que Christopher, quien ha estado paseándose entre los calderos que contienen la bebida, y ha ayudado a colocar las tapas a las botellas que serán entregadas este 24 de diciembre.


Todos ellos siempre han estado atentos a las enseñanzas de Cesáreo, que siempre ha portado el lema de dar sin esperar nada a cambio. 
“Yo no estoy esperando nada y tampoco estoy viendo cuánto gasté. Yo lo hago como agradecimiento a la vida que me ha dado cosas que yo nunca pensé que iba a tener”, dice Cesáreo.

Su próxima misión, que espera que se cumpla en las próximas semanas, es donar un terreno en honor al Niño Viajero. Luego de ello aguarda a que la vejez todavía le dé tiempo para continuar preparando la chicha y entregarla a Cuenca. (I)

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