Federico Acosta, descendiente de Moctezuma: México y España somos una familia

Hace 500 años, Moctezuma II fue derrotado por las tropas de Hernán Cortés. Hoy, Federico Acosta, descendiente del emperador azteca, considera que no es necesario que los españoles se disculpen por la conquista: «México es familia de España y España es familia de México», reivindica.

«Me parece que no existe la necesidad de pedir perdón. Lo que ocurrió, ocurrió. Hoy en día (los mexicanos) somos resultado de ese mestizaje», cuenta este viernes Acosta en entrevista con Efe desde su elegante casa en el sur de la capital.

México conmemora este 2021 los 200 años de su independencia (1821), los 500 años de la conquista (1521) y, aunque se trata de una fecha cuestionada, los 700 años de la fundación de Tenochtitlan, actual Ciudad de México.

El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha preparado 15 eventos conmemorativos, pero el presidente lleva calentando motores desde 2019, cuando exigió al rey Felipe VI de España y al papa Francisco que se disculparan por los abusos de la conquista.

Acosta, uno de los 300 descendientes de Moctezuma Xocoyotzin documentados y repartidos por el mundo, cree que las disculpas ya tuvieron lugar en 1835 mediante el Tratado definitivo de paz y amistad entre México y España, con el que ambas naciones restablecieron relaciones tras la independencia mexicana.

«En las familias, cuando nos conciliamos, nos damos la mano y allí quedó eso. Esto es lo que somos, una familia. México es familia de España y España de México. No hay que pedir perdón de nada, es generar una diferencia que no existe», sostiene Acosta, de prominente bigote.

RECUPERAR A MOCTEZUMA

Dedicado al sector naviero y las finanzas, Federico Acosta creció en el seno de una familia «con un gran orgullo de ser descendientes de Moctezuma».

Considerado como el último tlatoani (emperador) con poder efectivo sobre Tenochtitlan, Moctezuma tuvo una veintena de hijos, pero solo dos fueron reconocidos: Pedro e Isabel.

El primero se mudó a España, mientras que la segunda recibió de la corona de Castilla los territorios de Tacuba, Metepec y Huixquilucan, por los cuales sus herederos recibieron una pensión, primero de la Corona y luego del Estado mexicano, durante varias generaciones.

La abuela de Federico Acosta, Elena Sierra Abadiano, cobraba esta pensión hasta que en 1934 fue abolida por el Gobierno mexicano. «No era una cantidad fuerte, pero era un reconocimiento de la estirpe. Es la forma que en mi familia podemos demostrar la descendencia», cuenta.

Sin pensión ni título nobiliario alguno, ahora Acosta solo busca reivindicar la figura del tlatoani, ya que «por alguna razón no existe ni una calle con su nombre» en Ciudad de México, reprocha.

«Moctezuma fue olvidado, puesto en el baúl porque había que terminar con él. Era el líder espiritual, el general máximo y tenía un misticismo impresionante. Había que eliminar una figura tan fuerte», explica bajo el enorme retrato de la Virgen de Guadalupe que cuelga en su salón.

Al contrario del relato que le enseñaron en la escuela, según el cual Moctezuma fue asesinado a pedradas por su propio pueblo a raíz de la llegada de los españoles, Acosta sostiene que hay «una malformación» de esa historia.

Explica que el emperador quiso enfrentarse a los españoles con el Ejército, pero su consejo se lo impidió y le obligó a recibirlos como representantes diplomáticos.

Además, ensalza al tlatoani como «el mejor emperador y quizás uno de los más grandes que había en ese momento», quien tuvo un palacio de dimensiones inimaginables donde actualmente se levanta el Palacio Nacional de México, sede de la Presidencia.

La retahíla de logros que expone de los aztecas es casi infinita: Tenochtitlan era «increíblemente bella», la educación y la sanidad eran gratuitas para todos, tenían conocimientos muy profundos en medicina, hacían cálculos matemáticos con el número cero antes que los europeos…

Por todo ello, más que enfrascarse en disputas con España, Acosta aboga por «recuperar la identidad del mexicano», que es «fruto de dos grandes culturas», pero demasiadas veces se habla de la parte europea y se olvida la prehispánica.

«Hay que recuperar sobre todo el código de conducta. En el mundo azteca no cabía mentir, ni el engaño ni la corrupción. El castigo era la muerte inmediata», explica Acosta, quien en 2019 se reunió en un rancho con más de un centenar de descendientes de Moctezuma. EFE

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba