El “buen” ladrón

“Si roban roben bien, justifiquen bien, pero no dejen ver las cosas compañeros” No se trata de un cómic, tampoco de una película de mafias. Fue pronunciada, micrófono en mano y con ínfulas de oradora fogosa, por la asambleísta Rosa Cerda de Pachakútik. Las reacciones fueron múltiples, llegándose a decir que se debió a que era “quichuahablante”. Más allá del cotorreo, puso el dedo en la llaga, no sé si intencional o inintencionalmente. No conozco si en uno de sus impromptus de “humor serio” Mafalda dijo algo así.

El latrocinio es parte de la sociedad humana; hay algunos refranes como “Quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón” o” Juzga el ladrón que todos son de su condición”. No hay que olvidar a Dimas, el buen ladrón que, según el evangelio de San Mateo, fue crucificado a la derecha de Jesús quien en una de sus siete palabras le dijo “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. Robar los dineros del Estado que son del del pueblo, va más allá de toda interpretación.  No conozco un San Dimas “patrono” de los corruptos que festinan los bienes colectivos.

Bueno y malo son conceptos morales vinculados al bien común, pero, pueden también aplicarse a la calidad o habilidad de objetos y acciones humanas. Se ha dicho que el cigarrillo es malo para la salud, pero, en la propaganda se hablaba de buenos y malos cigarrillos. En el inframundo del robo, un buen ladrón no deja huella de sus fechorías. Al Capone, que nunca pudo ser condenado por sus muchos y atroces delitos en su mafia, más que un “buen ladrón” fue “ejemplar”.

En el Correato, se institucionalizó la “cacocracia”; quien en una función pública no roba, no es un modelo, sino un pobre pendejo. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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