Con anterioridad a la Ley Orgánica de Educación Superior del año 2000, los doctorados en las Facultades que los conferían, eran títulos profesionales de fin de carrera, y, al mismo tiempo, académicos; Jurisprudencia y Medicina como ejemplos.
A partir de entonces se produjo la distinción, egresando los estudiantes, más los expedientes de rigor, en calidad de profesionistas en las distintas ramas del Saber; el nivel doctoral se lo consideró de postgrado,previa la aprobación de una maestría, cuyo lapso completo superó los cuatro años.
El influjo del Sistema Universitario Norteamericano fue notorio, con los rangos superiores del MASTER y del DOCTOR DEGREE; éste último constituía el tan apreciado, aunque manoseado en su etimología, Ph.D. (Philosophical Doctor).
Las tesis de Maestría y del Doctorado, naturalmente, ganaron en rigor y calidad; lo que no significaba que los antiguos trabajos investigativos para el doctorado, fueran ligeros y superficiales. De modo particular en Facultades como las de Filosofía, en las cuales bastaba la Licenciatura para el ejercicio profesional; tal como ocurría en México, además, con la abogacía.
Tesis doctorales trabajadas y defendidas en Estudios de Letras -genérico académico utilizado en Francia-, por lo general en formato de libro, han sido re-editadas: Dos sobre ALBERT CAMUS, de JUAN VALDANO MOREJÓN y
SUSANA CORDERO AGUILAR; <El Hábito en la Filosofía de FELIX RAVAISSON>, de HERNÁN MALO GONZÁLEZ; <Ensayo de una Explicación METAFÍSICA DEL TIEMPO>, de quien escribe este artículo.
Los escritos citados, prueba son de que una Tesis Doctoral, debidamente elaborada -llámese o no Ph.D.-, fue y es válida para tan alta titulación académica, de Universidades y Editoriales varias. (O)