Mi amable lector, voy a abusar de su paciencia para replicar algunas aseveraciones que compartimos con los jóvenes de la Unidad Educativa Particular la Asunción a la que acudimos, gracias a la cordial invitación de sus personeros; se trató de un homenaje a la escritora Alicia Yánez, el cual nos obligó a recorrer por esas piezas arqueológicas llamadas libros. En busca del libro perdido comenzamos a desempolvar la biblioteca particular y alguna que otra de los amigos… ¡qué maravillas encontramos! puesto que cada ejemplar es la estampa de un tiempo pasado y vivido a plenitud; sus dedicatorias, los arañazos del esfero sobre los párrafos importantes, el olor del polvo y el sabor de la memoria ¡qué diferencia con el libro digital, con la liquidez del internet y las redes sociales! Y conversamos con los chicos, los profesores, las entrañables amigas Eliana y Silvia y tantas anécdotas que ¡por fin nos ofrece la presencialidad! entonces el homenaje tomó cuerpo y Alicia estuvo presente con sus cartas, las anécdotas de cada publicación y su sapiencia. Definitivamente el libro de papel es la joya que nos lanza a ese lugar donde no existe el olvido. Y los jóvenes apagaron el celular, las preguntas y los abrazos (con mascarilla por supuesto) provocaron el diálogo, la curiosidad, aquello que Octavio Paz dice “el olvidado asombro de estar vivos” esa empatía con el otro a través de la palabra. Regresamos a casa saturados de afecto y a seguir con el “pecado de leer” de Alberto Manguel su goce personalísimo y el disfrute íntimo de una buena lectura. (O)
DZM
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.
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