Un regalo a Cuenca

Las puertas están nuevamente abiertas.  Luego de tres años de larga espera, el Museo de las Conceptas celebró con casa llena la reapertura de sus espacios gracias a la gestión de cooperación entre la Fundación del Museo, la Universidad de Cuenca y un conjunto de instituciones con sensibilidad por este tesoro patrimonial cuencano.  El día no podía ser más celebrado, no solo por la oportunidad de re abrir un espacio cultural que es el fiel testigo de la vida colonial cuencana, sino porque constituye un guardián del arte y las costumbres de una época de la cual quedan pocos espacios adecuadamente conservados. A su vez, el esfuerzo colectivo, entre las distintas facultades de la Universidad Cuenca y su Dirección de Vinculación, permitió que el ejercicio pueda ser realizado en tiempo récord y con el aprovechamiento de estudiantes y docentes que han diseñado un regalo para Cuenca convertido en experiencia turística y pedagógica verdaderamente enriquecedora.

La belleza de las salas del renovado Museo se equiparan con la belleza de las palabras empleadas por quien recibiera la Insignia Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Dr. Oswaldo Encalada Vásquez.  El reconocido “jardinero de palabras” como se autodenonimó el prestigioso autor y académico, tuvo el encargo de dirigirse al público en representación de los homenajeados durante la Sesión Solemne por los 466 años de Fundación de Cuenca.  Su discurso es en sí mismo una obra de arte que exalta las virtudes de la ciudad, comenzando por la descripción del paisaje, la explicación por la búsqueda de la belleza y del arte en las actividades de sus habitantes, el detalle de una fundación bajo consentimiento y aceptación de las culturas originarias como buen augurio para una convivencia en acuerdo y respeto.  La Municipalidad quizo homenajearlo por su trayectoria y fructífera obra literarea, pero fue Oswaldo Encalada el que nos hizo el regalo a todos al entregarnos una de las más hermosas descripciones de Cuenca.

“Detente caminante un momento y escucha el repique de las campanas de los templos, ese repique cantarín tiene un eco de plata en el hablar de su gente.  Sí, porque en Cuenca la gente no habla, canta…. Detén tus pasos caminante y deja que desde la Cruz del Vado se explaye tu mirada… mira esa joya de filigrana, ese hierro forjado,  esa Espadaña, deléitate en ese jardín.  Detén tu prisa caminante, esta tierra de armonía y de flores, esta es Cuenca”.

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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