Pocos ecuatorianos votaron por quienes acaban de posesionarse como consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs).
Los votos nulos y blancos superaron a los obtenidos por los siete ungidos para ser parte de tan cuestionada institución, creada por la novelería, disque de refundar el país.
En teoría, entre las prohibiciones para ser candidatos consta no ser afiliados, adherentes o dirigentes de partidos políticos en los últimos cinco años.
Sin embargo, la mayoría de los aspirantes, entre ellos los triunfadores, de manera subliminal se identificó con un sector político – el inventor de ese “bodrio” como muchos le llaman al Cpccs-, de alguna manera con la venia del CNE al aprobar su forma de promocionarse ante el electorado.
A la final ganaron, y son mayoría casi absoluta en el Cpccs, considerando su alianza con el socialcristianismo.
El nuevo presidente del organismo es Alembert Vera, exdefensor de Rafael Correa cuando planteó una millonaria demanda contra diario El Universo, y la ganó, según se supo luego, con una sentencia previamente redactada.
Tentativamente ya se sabría por dónde irán las decisiones del Cpccs, bajo cuya responsabilidad están los concursos –en teoría, de méritos- para elegir, entre otras autoridades: Contralor, Defensor Público, Defensor del Pueblo, posteriormente al Fiscal; renovar de manera parcial el CNE.
Sin embargo, Vera dice haberse “desmarcado” del correísmo. Promete actuar con independencia. Insistir en su cercanía con Correa – agrega- es “denigrar” su profesión. Si piensan igual los de más consejeros, se ignora.
Por sus actos los conoceréis vale decir. A su debido tiempo lo reflejarán los mecanismos encaminados a elegir a tales autoridades, comenzando por el nuevo Contralor.
Ojalá el amaño y otros vicios, tan comunes en el pasado en el Cpccs, no se impongan en los concursos, y tengamos autoridades de control elegidas “a dedo”.