¿Qué es la psicoterapia basada en la evidencia científica?
El movimiento de las Prácticas Basadas en Evidencia surgió en la década de 1980 y ha tenido un impacto significativo en la formulación de políticas públicas, los gobiernos y las organizaciones profesionales en todo el mundo. Aunque ha habido avances en la implementación de estas prácticas, todavía existen desafíos en lograr que la mayoría de los profesionales basen su práctica en la evidencia científica (Martínez, 2014).
En el ámbito de la psicología, la práctica basada en la evidencia (PBE) se basa en la mejor evidencia generada por esta disciplina. La «mejor evidencia» se refiere a la investigación y pruebas a las que se someten las suposiciones, conjeturas, hipótesis y teorías propias de cada campo. Antes de 1980, en la psicología, predominaba una tendencia a basar las intervenciones en anécdotas, figuras de autoridad y estudios defectuosos, lo que llevó a la aplicación de intervenciones ineficaces o incluso perjudiciales. Algunos ejemplos de esto son las teorías psicoanalíticas que atribuían el autismo infantil a madres esquizofrénicas o frías, así como la excesiva utilización de terapias de lobotomía en pacientes psiquiátricos. En las PBE, los psicólogos fundamentan sus intervenciones a nivel individual, familiar o comunitario en la mejor evidencia disponible en su campo.
El segundo pilar de las PBE implica que el profesional integre las preferencias, valores e ideologías de la población. Por lo tanto, en las PBE no se trata solo de obtener cierta evidencia, sino de preguntarse si una determinada intervención será útil o efectiva para un grupo específico de personas. Por ejemplo, un psicólogo puede haber desarrollado un programa efectivo para fomentar la asertividad y la autoestima en individuos centrados en sí mismos. Dicha intervención podría ser eficaz en países individualistas, donde la noción del yo interno es valorada y considerada importante. Sin embargo, es probable que, en países colectivistas, una intervención que enfatice demasiado el yo interno se perciba como inapropiada e incluso perjudicial.
El tercer pilar de las PBE es la pericia y experiencia del profesional que brinda la intervención. Aquí entran en juego no solo las pruebas a favor de una determinada intervención, sino también las decisiones individuales sobre la conceptualización de los casos y la comprensión global del contexto en el que se interviene.
Estas terapias basadas en la evidencia científica son altamente efectivas en el tratamiento de la ansiedad y depresión (Fernández, García & Crespo, s/f).
La ansiedad es una respuesta natural y normal del cuerpo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes. Es una emoción que todos experimentamos en ciertos momentos de nuestras vidas. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, persistente y dificulta el funcionamiento diario, puede convertirse en un trastorno de ansiedad.
¿Qué es la ansiedad?
El trastorno de ansiedad se caracteriza por una preocupación y miedo intensos, desproporcionados y recurrentes. Estos sentimientos de ansiedad pueden manifestarse a través de síntomas físicos, emocionales y cognitivos. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Síntomas físicos: palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración, temblores, tensión muscular, dolores de cabeza, molestias estomacales, entre otros.
Síntomas emocionales: miedo intenso, sensación de peligro inminente, irritabilidad, inquietud, dificultad para concentrarse, sensación de nerviosismo o preocupación constante.
Síntomas cognitivos: pensamientos negativos recurrentes, preocupación excesiva, dificultad para controlar los pensamientos ansiosos, miedo a perder el control o volverse loco.
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, fobias específicas, trastorno de estrés postraumático y trastorno de ansiedad social, entre otros. Cada uno de ellos tiene características particulares, pero comparten la presencia de ansiedad como componente principal.
¿Qué es la depresión?
La depresión es un trastorno mental común que afecta el estado de ánimo, los pensamientos y el comportamiento de una persona.
Los síntomas de la depresión pueden variar de una persona a otra, pero algunos de los más comunes incluyen:
Estado de ánimo deprimido: Sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza, vacío o irritabilidad.
Pérdida de interés o placer: Falta de interés en actividades y pasatiempos que antes resultaban agradables.
Cambios en el apetito y el peso: Pérdida o aumento significativo de peso sin intentarlo, o cambios en el apetito.
Alteraciones del sueño: Insomnio (dificultad para conciliar o mantener el sueño) o hipersomnia (exceso de sueño).
Agitación o enlentecimiento psicomotor: Inquietud física o, por el contrario, disminución del movimiento y lentitud en el pensamiento y las acciones.
Fatiga o pérdida de energía: Sensación constante de cansancio y falta de energía, incluso después de actividades mínimas.
Sentimientos de culpa o inutilidad: Sentimientos excesivos de culpa, autocrítica o baja autoestima.
Dificultades cognitivas: Dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar detalles.
Pensamientos recurrentes de muerte e intentos de suicidio
La depresión es consecuencia de la ansiedad que ha persistido durante un período largo, pues la persona ha dejado de involucrarse en ciertos ámbitos de su vida por la ansiedad que presenta lo cual poco a poco lo va aislando y dejando de realizar actividades propias del individuo, cada vez usa más la evitación de lugares, relaciones personales, actividades lo cual da como resultado la depresión.
Si alguien está experimentando síntomas de ansiedad y depresión o conoce a alguien que pueda estar lidiando con estas condiciones, es importante buscar ayuda de un profesional de la salud mental. La depresión y ansiedad son condiciones tratables, y el apoyo profesional es fundamental. En estas condiciones es muy importante buscar psicoterapeutas que tengan de base una formación en terapias psicológicas basadas en la evidencia, pues guiarán el proceso psicoterapéutico de manera eficaz conjuntamente con cambios en el estilo de vida, como mantener una alimentación saludable, hacer ejercicio regularmente y buscar apoyo social.