La doctora cuencana que opera con robots en Queens, New York

Cuando Andrea Urgilés dejó Cuenca a los 14 años para vivir con sus padres en New York tuvo un “shock cultural”. No hablar inglés, empezar de nuevo y enfrentarse a unas costumbres que en Ecuador no había vivido fue un duro golpe.

Pero en su crecimiento entre la adolescencia, la juventud y luego a la adultez, Andrea se fue acoplando y entendiendo cómo funcionaba Estados Unidos.

En cada proceso, en cada etapa, hubo tropiezos. Y, aun así, supo cómo enfrentarlos. Porque cada paso le dio una experiencia que después le permitiría convertirse en algo que ella nunca había imaginado: operar con robots.      

Pero antes de las operaciones, Andrea se convirtió en el primer miembro de su familia en terminar el bachillerato, después estudió en la universidad patología de lenguaje, una carrera que, a pesar de que no le gustó, la terminó.

En medio de eso, la cuencana se hizo varias preguntas que partieron con: qué hacer de su vida. Fue entonces que conoció la carrera de médico asociado, que es la mano derecha de una doctora o de un doctor en Estados Unidos.

Sin pensarlo demasiado empezó a estudiar y, mientras se formaba, se encontró con la cirugía robótica, una especialidad que terminó por convertirse en su pasión.

Una vez que finalizó su formación tuvo la oportunidad de trabajar en un hospital privado de Queens, en donde, desde hace seis años, está dedicada a operar con robots. 

“Mucha gente dice que no puede porque es muy caro, pero es inversión en tu educación y lo que yo siempre digo es piensa qué es lo que vas a hacer de tu vida de aquí a cinco o diez años, qué voy a hacer para lograr estar allí”, dijo Andrea.

La cuencana entendió precisamente eso: invertir en uno mismo, planificar y hacer. Y para cumplirlo: trabajar, estudiar y contar con un plan de ahorros que le permitiera alcanzar un objetivo que, cuando llegó a Estados Unidos, jamás se lo había planteado

Ahora mismo, su siguiente plan es tener su propio espacio de intervenciones quirúrgicas. Hasta entonces, ella, de vez en cuando, sigue pensando en Cuenca, en su vida, en lo que dejó atrás, en lo que se encontró y en lo que vendrá, y sobre todo, en motivar a que los ecuatorianos, en donde quiera que estén pueden alcanzar sus sueños. (I) 

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