Era 2018, y Aztrid Novillo estaba en un curso de ingeniería en permafrost en el archipiélago de Svalbard, en Noruega. Por aquel entonces, Aztrid, que había dejado Cuenca, su lugar de nacimiento y crianza, se encontraba estudiando una maestría en paisajismo.
Arquitecta por la Universidad del Azuay, Aztrid optó por continuar sus estudios en Noruega, en donde, en un principio, se encontraba abrumada. La depresión que se había encendido en el país nórdico estaba afectándola.
Pero, sería precisamente en Noruega, mientras estaba en el curso, que su vida daría un giro. En sus momentos libres, Aztrid caminaba y visitaba los distintos espacios que conformaban el archipiélago de Svalbard.
En eso vio a un zorro azul, un animal que se mantiene de color carbón durante todo el año. El encuentro le cambió la vida, no solo en su estado de salud mental, sino en lo que decidiría hacer para su futuro.
“Conocí al zorro azul, y me hizo ver la perspectiva que, incluso en lugares que no pareciera que no hubiese nada de vida, hay vida. Me dio la chispa de vida que yo tanto necesitaba”, contó la cuencana a diario El Mercurio.
Haber visto al animal ártico solo fue el principio de una relación que se extendería hasta hoy, a través de la fotografía.
Conexión con el zorro azul
Aunque la arquitectura fue lo que le llevó a Aztrid a conocer el zorro azul, la fotografía, que hasta hace un lustro no tenía ningún vínculo con la arquitecta, le permitió conectar con ese animalito pequeñito.
Tras culminar su masterado, Aztrid se inscribió en un taller para aprender a hacer documentales. Allí aprendió las técnicas de la fotografía y de cómo hacer entrevistas, y después de analizarlo, dejó la arquitectura.
Entre pruebas y errores, entre idas y venidas, y mucha paciencia, en el 2021 obtuvo fondos que le permitieron dedicarse de lleno a filmar a los zorros azules. Lo que quería Aztrid era entender cómo eran esos animales, cómo, a pesar de ser pequeñitos, se adaptaban a un espacio helado.
Para eso también optó por mudarse a Svalbard, en donde sigue grabando el ciclo de vida los zorros azules. El objetivo es culminar con ese trabajo que terminará por convertirse en un documental que será presentado en festivales de Europa.
Hasta entonces, Aztrid enseña a niños del norte de Noruega, junto a la organización NODA, cómo las personas pueden convivir con los animales locales.
“Hago un poco de todo, pero siempre está guiado hacia el entendimiento más profundo de la vida salvaje que nos rodea y para crear un poco de amor a estos animales y criaturas para protegerlos”, dijo Aztrid.
Dar el primer paso
Además de haberla ayudado en un momento en que se encontraba mal, el zorro azul le mostró a Aztrid que las personas siempre están a tiempo de hacer un cambio, sea de profesión, sea de vida, aunque muchos digan que no se puede.
Que lo único que importa es dar el primer paso, que es difícil pero necesario, y que luego, con sus altos y bajos, la vida se vuelve mucho más tranquila a través de la naturaleza.
“El único para hacer es lanzarse y hacerlo. Hay que ir con un poco de seguridad, tener un plan. En mi caso yo tuve mi documental, que ya he empezado y ahora hay que continuar”, dijo Aztrid. (I)