Desde hace muchos años quienes toman mi clase de planificación y ejecución de campañas de comunicación tienen como lectura obligatoria El arte de la guerra, ese tratado de estrategia militar escrito por Sun Tzu en el siglo V antes de nuestra era, que a pesar del tiempo transcurrido aún tiene vigencia, y cuyo contenido puede aplicarse a mucho más que la estrategia militar o de comunicación. Entre otras cosas, plantea que «el supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar». Este sabio consejo se extiende más allá del campo de batalla y se convierte en una máxima invaluable en la vida cotidiana: elegir nuestras batallas sabiamente.
Si imaginamos nuestra vida como un campo de combate, y las situaciones que en ella enfrentamos como nuestras batallas personales, nos daremos cuenta de que no todas merecen nuestra energía y atención, y de que la victoria se logra no peleando cada batalla, sino seleccionando cuándo y dónde luchar.
Así, por ejemplo, elegir las batallas adecuadas a nivel profesional nos hará más eficientes. Para esto es preciso enfocarnos en las acciones que nos acerquen a nuestros objetivos a largo plazo y evitar desgastarnos en disputas menores. No se diga en nuestras relaciones interpersonales, la elección sabia de batallas es clave para mantener la armonía. ¿Vale la pena discutir por detalles sin importancia o tiene más sentido dejar pasar algunos asuntos para mantener relaciones más saludables?
Al evitar conflictos innecesarios, podemos disfrutar de una vida menos cargada de preocupaciones y tensiones. La próxima vez que estemos frente a un potencial conflicto, recordemos que no todas las batallas merecen ser peleadas, y la verdadera sabiduría radica en discernir cuáles son las que realmente valen la pena. (O)
@ceciliaugalde