En Octavio Cordero, adolescentes aprenden el arte de tejer con paja toquilla

Hasta hace no mucho, Raúl Viteri, docente de la Unidad Educativa Santa Rosa, se empezó a fijar en las casas y en los terrenos de la parroquia Octavio Cordero, en donde se emplaza su lugar de trabajo.

Desolados, vacíos, fueron los adjetivos que pronunció. La razón: la migración familiar. Al igual que en otras parroquias rurales de Cuenca, Octavio Cordero no ha sido ajena a la salida masiva de ecuatorianos hacia el exterior.

Asustado por el cambio repentino que se sigue viendo en la parroquia rural a la que acude a diario para trabajar como profesor de inglés y participación estudiantil, este año escolar solicitó a las autoridades que le permitieran ser docente de educación cultural y artística (ECA).

Por su cabeza ya rondaba una idea que la llevaba guardada para desarrollarla en un momento dado: llevar la formación artesanal a los niños y adolescentes a las aulas para brindarles una oportunidad de conocer un oficio y que lo puedan practicar.

“Yo siempre quise rescatar las tradiciones porque se está perdiendo la labor artesanal. Entonces sugerí que me entreguen la materia de ECA para enseñar el tejido de la paja toquilla. Yo digo que con eso se les puede dar una fuente de trabajo y también se puede rescatar el oficio”, dijo Raúl a El Mercurio.

En Octavio Cordero todavía hay personas, sobre todo adultas mayores, que saben cómo tejer la paja toquilla. Sin embargo, las nuevas generaciones ni la conocen y están dejando la parroquia para irse a Estados Unidos y buscar oportunidades laborales.

Que los estudiantes tuvieran un espacio para aprender a tejer con paja toquilla agradó a la Unidad Educativa Santa Rosa. Fue entonces que Raúl se convirtió en profesor de ECA, armó el proyecto, buscó a una artesana de la parroquia y hace tres semanas comenzó una idea que se ha cristalizado por medio de un grupo estudiantes de décimo de Básica.

Aprendiendo a tejer

Los adolescentes no tienen más de 15 años. Están sentadas en sus bancas, moviendo las manos, dándole forma a la paja toquilla. Algunas blancas, otras de colores. Todo depende del trabajo. Los adolescentes se ríen, de vez en cuando murmuran algo. Pero más expresiones no hay. La concentración lo es todo.

Hasta principios de noviembre, los adolescentes de décimo de Básica no tenían la mínima idea de cómo trabajar con la paja toquilla. Algunos, a pesar de tener abuelitos que saben del oficio, nunca habían preguntado ni tejido nada.

Pero llegó la materia de ECA, y les bastó una clase para entender cómo se tejía la paja toquilla. Tres semanas después, gran parte de los adolescentes tiene joyeritos y sombreritos.

“Solo fue cogerle la maña. Al principio todo es difícil, pero luego se hizo fácil. Yo me siento bien al saber tejer. Ahora estoy concentrado solo en aprender”, contó Kevin Paucar, estudiante de 15 años que forma parte de la materia de ECA.

A diferencia de Kevin, Wendy Gualpa, a más de aprender, ve a la paja toquilla como un medio para crear un emprendimiento en la parroquia, en donde, de vez en cuando, propios y extraños la visitan y adquieren los productos que se venden en la zona.

“Yo creo que sí puede salir este proyecto. Así economizamos nuestra parroquia vendiendo este material. Ojalá podemos tener un espacio para vender lo que hacemos”, dijo Wendy.

Exposición

Por ahora los adolescentes están enfocados en aprender las distintas técnicas para elaborar productos pequeñitos. Pero el siguiente paso es hacer sombreros de paja toquilla, carteras y otros objetos que puedan exhibirse.

Porque justamente ese es el objetivo del proyecto, según la rectora de la institución, Ruth Domínguez: que los adolescentes se motiven mirando lo que pudieron hacer con sus manos en una exposición que se realizará el próximo año.  

“La migración es bastante dura aquí. Ojalá se pueda valorar el tejido de la paja toquilla y se pueda encontrar un medio de sustentación para los adolescentes, para que no se vayan”, dijo Ruth.

Para la institución, el tiempo lo dirá todo. Hasta entonces no soltarán un proyecto que ha unido a los estudiantes y que le has permitido ver que en su parroquia todavía hay distintas formas de permanecer. (I)

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