Migrantes están a la deriva en la frontera de California-México tras el cierre de refugio

Centenares de solicitantes de asilo quedaron a la deriva tras ser liberados este lunes 26 de febrero de 2024 por las autoridades de inmigración de EE.UU. en la frontera de California y México, porque el único albergue que los recibía y daba orientación tuvo que cerrar sus puertas por falta de recursos.

Este lunes un activista episcopal de San Diego era el único voluntario que daba orientación a los migrantes que llegaban en los autobuses de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) en una estación de transporte público cada 15 minutos, según pudo constatar EFE.

«Los que hablan español acá de este lado para darles una plática de orientación», convocaba Robert Vivar, de la Iglesia Episcopal de San Diego a un grupo que va creciendo cada vez más.

Vivar explicó a EFE que el jueves fue el último día que operó el Centro de Bienvenida de San Diego, un refugio que agotó los 6 millones de dólares en fondos federales para albergar temporalmente a migrantes que, sin ese lugar de acogida, ahora quedan en las calles.

Vivar estima que CBP libera a unos 500 inmigrantes cada día en la frontera sur de California.

La agencia federal asegura que carece de infraestructura y de recursos humanos para procesar a decenas de miles de personas que han cruzado la frontera en busca de asilo desde que terminó el Título 42 en mayo pasado. Esta medida impidió a partir de la pandemia y durante tres años que los migrantes se entregaran a oficiales para pedir asilo, y eran devueltos de forma expedita.

Ahora la iglesia episcopal aporta autobuses que llevan a los migrantes de las inmediaciones de una estación de transporte colectivo cerca de la frontera, al aeropuerto de San Diego, «porque la mayoría de ellos se dirige a otros lugares de Estados Unidos«, dijo Vivar.

Oscar, un joven colombiano que fue liberado este lunes en el estacionamiento de la parada del puerto fronterizo de Otay Mesa (California), dijo a EFE que salió de Bogotá el 17 de febrero, voló a Ciudad de México y de ahí a Tijuana, donde cruzó la frontera la mañana del viernes, hace tres días.

El colombiano, que dijo suponer que no lo liberaron antes debido a que era fin de semana, señaló que va a San José, al norte de California, a reunirse con familiares.

El migrante cuenta con suerte porque sus familiares pagarán el boleto de autobús pero muchos otros no tienen cómo desplazarse a sus destinos o no tienen un destino específico.

Aproximadamente la mitad de los migrantes liberados hablan idiomas distintos al inglés y al español, lo que ha dificultado a Vivar darles orientación. Ninguno de los liberados es de nacionalidad mexicana. EFE

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