A nivel global el 8M toma una fuerza que impacta, cada año miles de mujeres se convocan a las calles y protestan por la precariedad laboral, a la que se suman los reclamos por otras condiciones que afectan significativamente su vida. Cada vez más mujeres salen con sus hijas, madres y hermanas, se suman otros colectivos y se siente el respaldo.
En Cuenca, pese a la lluvia, cientos de mujeres marcharon el 8M, con mensajes que llamaban a parar la violencia machista y los femicidios, a reconocer derechos laborales, a exigir justicia y reparación, especialmente porque ese mismo día el caso Maribel fue sentenciado como homicidio, el juez encargado se negó a reconocer la figura de femicidio, dejando de lado su obligación de garantizar la ley e hizo prevalecer su criterio personal evidenciando su misoginia.
Esa noche hubo represión y violencia, mujeres policías usaron la fuerza física y gases lacrimógenos para impedir que la marcha obstaculice la 12 de abril, asumo que sería el mandato de la gobernación y que es una forma de mostrar quién manda, a lo mero macho, pero también asumo que negar lo sucedido es un acto cobarde y de poca responsabilidad propio de un gobierno que nos tiene del cuello. (O)
