Diana en el Mes de la Mujer

Ningún día será tarde para saludar a la mujer, aquella que ha sido humillada y escarnecida desde tiempo inmemoriales y hasta menospreciada por grandes pensadores de la humanidad como Aristóteles, pilar de la civilización occidental, que en su “Política” escribió que las mujeres son inferiores al varón o Schopenhauer que tildó a las mujeres como astutas de la especie para que el ser humano real, que es el hombre, se reproduzca, cosa que por su inteligencia no haría o Nietzsche que dijo que hombre ama dos cosas: el peligro y el juego, por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos. Por citar a tres filósofos misóginos, a quienes los psicólogos dan cuenta de sus perversiones sentimentales.  

Desoyendo a estos chovinistas y otras miniaturas de hoy, lo cierto es que asistimos a uno de los grandes temas de nuestro tiempo: la revolución de las mujeres, que jamás podrán hacer solas si no es con la complicidad de sus oponentes. La mujer siempre ha simbolizado todas las ideologías, las ideas y los avances: la razón, la verdad, la justicia, la fe, el amor; es la transmisora del todo y el contrario, un colaborador temporal. A propósito, aquí también se han infiltrado atrabiliarias que reniegan de su naturaleza femenina y, lejos de contribuir con sus derechos y conquistas, lo denigran.  

Con esta oportunidad quiero exaltar la trayectoria de la mujer ecuatoriana, muchos emblemas de dignidad y reivindicación de sus derechos y la sociedad. Para esta ocasión, por justicia y gratitud, valga relievar a una mujer que se juega la vida por honrar su cargo: Diana Salazar Méndez, quien llegó a Fiscal General de la Nación en contra de misóginos, racistas y corruptos. Cinco años de trabajo contundente le ha servido para que la Patria le tribute reconocimiento, así que haya sumado muchísimos enemigos que quieren su cabeza, antes de ellos ir a chirona.

El mayor desafío de su gestión ha sido combatir el crimen organizado y la mafia empotrada en la política. Los de mayor renombre: Isspol, Encuentro, Reconstrucción de Manabí, Asesinato de Fernando Villavicencio, Metástasis y Purga, y quizá advenga Metástasis Dos, como ya profetizó un nigromante soplado y soplón.  

La actitud suprema en tiempo de crisis y peligro del país debe ser la solidaridad con esta MUJER DEL QUINQUENIO, quien corre peligro de muerte por hacer prevalecer la honestidad y la justicia, tan mancilladas y masacradas en las últimas décadas.  (O)

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