Credibilidad

La credibilidad es un bien intangible, tan pero tan importante dentro de la vida comunitaria, que incluso el grado de aceptación o no de las acciones de un gobierno, por parte de sus mandantes, se mide habitualmente por sus niveles de credibilidad. No es una novedad, lamentablemente, que en el Ecuador la credibilidad no es justamente una virtud difundida y, peor aún, en las relaciones entre el gobierno y la población, y viceversa, lo que torna al ambiente social y político en que nos desenvolvemos, en sinuoso, muchas veces inentendible y altamente conflictivo.

En las últimas semanas, los datos sobre seguridad, cifras de desempleo y montos que se recaudaran por la elevación del IVA, han dejado mucho que desear, pues, han habido diferencias entre las informaciones dadas por el presidente Noboa y aquellas hechas públicas por los representantes o voceros de los sectores mencionados. ¿Quién tiene la información verdadera? Lo que es seguro es que a la población no le cae bien enterarse de un dato, a través de un medio de comunicación, y más tarde, enterarse de una realidad diferente, sobre el mismo asunto.

Siendo también un concepto integral el de la credibilidad, se supone que el gobierno toma sus decisiones y ejecuta sus acciones de acuerdo con las normas legales vigentes. No resulta entonces saludable el informarse por los medios que la designación de embajadora del Ecuador en los EE.UU, ha sido rechazada por el gobierno de Washington porque la candidata no cumplía con el requisito de la edad para tan delicada función. ¡Qué chasco! No hubo alrededor del presidente quién le haga notar tan grave error?

Y, por supuesto, la credibilidad no “se lleva bien” ni con la ni con la prepotencia, ni con la arrogancia, ni con el envanecimiento. Hay que aceptar los errores y rectificarlos a tiempo. Rectificar, cuando las circunstancias lo ameriten, es sinónimo de sensatez y buen juicio. Que los altos niveles de credibilidad de que hoy goza el presidente, se mantengan, por el bien del pais, pero para ello hay que trabajar con denuedo, con humildad y anteponiendo la verdad, como interés supremo de la sociedad.  (O)

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