Especial migración Del Sur al Norte: El trayecto hacia el infierno

María actualmente tiene 37 años y en el 2021 decidió enfrentar el trayecto de su vida. Ella es oriunda de la parroquia “La Asunción” perteneciente al cantón Girón en la provincia de Azuay.

Tras separarse de su pareja, asumió una mayor responsabilidad, pues ella tuvo que encargarse de sus tres hijos. Sin embargo, la falta de empleo y los sueldos bajos la llevaron a decidirse por migrar hacia Estados Unidos.

Inicio de la travesía

Con ticket y 20 dólares en mano, emprendió rumbo hacia México, aunque la emoción le duró poco, pues a mitad del recorrido empezaron a solicitarle más dinero para seguir avanzando.

Pronto llegaría a Matamoros, una ciudad en el estado de Tamaulipas que se encuentra en la frontera México-Estados Unidos, cerca del estado de Texas. María no se esperaba lo que le sucedería.

«él, con la pistola, coge y me baja la capucha»

María, migrante azuaya.

Tras cruzar el Río Bravo, emprendieron una caminata de alrededor de cuatro horas hasta llegar al muro fronterizo y fue ahí donde sucedió lo inesperado. cuando las patrullas llegaron al lugar.

María narra lo desafiante que fue ese momento, pues la hostilidad de algunos oficiales del ICE (U.S. Immigration and Customs Enforcement, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) y la desesperación y angustia del resto de migrantes provocaron el inicio de una pesadilla.

Encerrada y con miedo 

María se encontraba a la espera de alguna respuesta a su caso y después de casi dos semanas le hicieron un interrogatorio para recabar información de ella y el motivo de su entrada a los Estados Unidos. 

Ella mantenía la idea de que pronto la deportarían a Ecuador, pero eso no sería así. Los oficiales la trasladaron a otro centro, donde permaneció ocho días más encerrada.

Dentro de las celdas del Centro de Detención Stewart, en Georgia, María, como mujer, tuvo que enfrentar varias situaciones, como la poca atención frente a las necesidades básicas de ellas. Por ejemplo, no les entregaban toallas higiénicas cuando se encontraban en su periodo menstrual. 

El trato recibido era deplorable e incluso existía abuso de poder. Quien reclamaba algo que, a su criterio era justo, era enviado a celdas de castigo, donde debía pasar días.

Sin embargo, no fue lo más fuerte que María presenció. Muchas de las mujeres estaban encerradas durante semanas e incluso meses, sin poder comunicarse, lo que provocaba, en muchas, llantos y desesperación que las llevaba a atentar contra sus propias vidas. 

«ella se había cortado las piernas, los brazos»

María, migrante azuaya.

Esperando salir de la celda

Los días pasaban, mientras María esperaba el llamado a declarar en el procedimiento conocido como “miedo creíble”, ante jueces y autoridades de ICE. Ahí, la finalidad es determinar una posible oportunidad de asilo dentro de los Estados Unidos. 

Su primera llamada a rendir versión fue en agosto de 2021, pero no le otorgaron ninguna respuesta favorable, simplemente le informaron que tendría una segunda llamada en septiembre.  

Entre la celda regular y el cuarto de castigo, ella no vio cerca la posibilidad de salir, situación que cambió después de una visita de control y regulación de cárceles de ICE, donde se ofreció como voluntaria para rendir declaratoria sobre dicho centro de detención. 

María y otras 25 mujeres más tomaron el valor de hablar sobre los distintos abusos que vivían en aquel lugar, los maltratos psicológicos, físicos e incluso, negligencias médicas, además de la nula atención que reciben a ciertos requerimientos básicos y fundamentales. 

Después de dicho evento, fue llamada a una corte sin programar, donde le mencionaron que su proceso legal para salir bajo fianza fue aprobado, pero que debido a “un fallo en el sistema electrónico” su expediente había desaparecido. 

El fin de una pesadilla

Cuando le llegó la noticia de que al fin tenía fecha de salida, emocionada María se preparó para ese momento. 

Un 28 de noviembre de 2021, un agente de ICE la recibió para entregarle la respectiva carpeta a cada migrante, pero para María solo existió una simple hoja. 

En ella se mencionaba que su salida debió haberse llevado a cabo un 22 de agosto de 2021, bajo el sistema de permanencia temporal “parole”, pero recién casi tres meses después María pudo ver la luz del día. Fueron 98 días en los que la tuvieron retenida injustamente, viviendo un verdadero infierno. 

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El especial sobre migración Del Sur al Norte es parte del trabajo de titulación realizado por Paulina Calle, estudiante de Periodismo de la Universidad de Cuenca, con el apoyo de Diario El Mercurio.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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