De Colón a Olón

            Se dice que Cristóbal Colón fue en el siglo XV uno de los más grandes navegadores y gobernadores que estuvo al servicio de la Corona española para llegar a occidente y establecer la monarquía. Le llaman “El conquistador” Sin más. No miró cultura, orden, forma de asociación, normas. Pueblos existentes. Era su entender propio. Lo que veía y decía conquistar. Nada más. Impuso la monarquía.

Pero desde Él, hasta la actualidad, ha pasado tanto como para seguir mirando nuevas formas -suigéneris- de invasión o afán por anteponer un gobierno al de otros. Una mirada a la de otras. Un abuso frente al respeto a otros. De hecho, legitimar lo que no está bien, es un acto de corrupción.

            Lo de Olón es impresentable. No es menor. Tampoco se puede decir que es una cuestión privada y nada más. La esfera pública absorbe las acciones de los gobernantes y su entorno. Aquello ha sido ampliamente discutido ya en la jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y no constituye título de excepción o exoneración el simplemente decir hay que dividir lo privado de lo público. Aún menos, cuando puede implicar tráfico de influencias, asociación para delinquir o delito contra la naturaleza. Seamos serios.

            La Corte Constitucional expresamente ha señalado en su sentencia 51-23-IN/23 que, para la obtención de licencias o registros ambientales, se deberá contar con una consulta ambiental. Por su lado, la Constitución en el artículo 398 establece que: “Toda decisión o autorización estatal que pueda afectar al ambiente deberá ser consultada a la comunidad, a la cual se informará amplia y oportunamente. El sujeto consultante será el Estado.”. Léase: “amplia y oportunamente”. Léase aún mejor: “el sujeto consultante será el Estado”.

            El sentido de la consulta ambiental es garantizar al menos dos elementos: acceso a información ambiental y la consulta en estricto sentido, con la finalidad que la ciudadanía de la zona participe activamente en una dinámica dialógica. De ida y vuelta. De entendimiento y diálogo. De comprensión y apoyo. De ruptura de jerarquías y comprensión de beneficios. De eliminación de limitaciones. De solución a los problemas.

No hay por qué montar un discurso legitimador de lo que está mal. Cuidado. Lo correcto es corregir, pedir disculpas y cumplir el orden constitucional.

Todo esto hubiera evitado tanto. Pues, repasando la historia, hay que evitar el estilo autoritario e inconsulto, del todopoderoso que invalida el criterio ajeno o que cree que lo único que gobierna es su propio entender y su propio parecer. No vale pasar de Colón a Olón. (O)

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