Existen símbolos que perduran. Hay costumbres que parecen congénitas. Nuestro modo de ser y de hacer exige símiles que mejoren la comprensión. Mi curiosidad ronda en torno a circunstancias varias que vivimos, algunas desconocidas y otras hijas del siglo actual. Aquello que me enseñó mi abuelo Benjamín sigue siendo cierto: la mala hierba crece más rápido que los frutales, las legumbres o el maíz.
Los cambios siempre se dieron en la humanidad y la historia registra que dichas transformaciones anduvieron por caminos similares: hacia el bien, la prosperidad y el progreso o hacia la debacle de la sociedad. Ecuador necesita cambios para enderezar aquellos senderos tortuosos que dejaron gobiernos incapaces o mal intencionados. Es menester resucitar costumbres sanas de convivencia nacional y desterrar todo aquello que se ha tornado en rémora para el progreso.
Les invito a reflexionar sobre algo que es fundamental. Nos estamos acostumbrando, peligrosamente, a nutrirnos del miedo o temor y de una grosera impasividad frente a sucesos lesivos que nos corroen. Nos alimentamos de informaciones irresponsablemente emitidas, carentes de juicios de valor. Modernos medios de comunicación, en vez de ser difusores de información saludable para la comunidad, se han convertido en transmisores de imágenes y narraciones insulsas con la finalidad de contar con un auditorio cautivo, alejado de los verdaderos problemas y necesidades del pueblo ecuatoriano. El miedo y el recelo se dan la mano para proseguir en una cadena dañina e inmoral que alimenta cierta curiosidad morbosa que nos exalta y aletarga a la vez.
Al amanecer, en nuestros cuarteles, una trompeta de agudo y fuerte sonido, despierta a la tropa y alerta a quienes estuvieren cerca de ella. Es la diana militar que cuenta con importantes misiones: es un instrumento creado para ser escuchado. Las dianas tienen su momento y su motivo.
DIANA es el nombre de nuestra Fiscal General: llegó desconocida y hoy muchos la temen, algunos la odian y para los restantes ella se ha convertido en un símbolo de energía, pulcritud, entereza, conocimiento y decisión de corregir males endémicos y castigar a quienes transgredieron groseramente nuestras leyes. Ecuador necesitaba tener un signo altivo y digno de credibilidad, necesitaba una persona que haga suyos los valores de la Patria.
Espero que ‘Diana la justiciera´ siga siendo una moderna cazadora de todo aquello que nos impide progresar. Seamos parte de su código, que ella cuente con nosotros.(O)