Óscar Prado y una dinastía familiar del judo en Cuenca
El comienzo de la historia del judo en Óscar Manuel Prado Calle es peculiar. Él lleva más de 40 años siendo parte de este arte marcial. Desde niño se enamoró de esta disciplina y hasta hoy sigue con el mismo entusiasmo. Tiene un judogui especial y un cinturón negro que lo acompaña desde su época dorada.
Para la gloria azuaya de esta disciplina, su inicio fue sorpresivo. Puesto que ingresó a entrenar el judo, por un castigo más, no por una necesidad de actividad física. Todo empezó a sus nueve años.
Cuenta Prado, que su padre (Manuel Prado) en la época de vacaciones decidió que como correctivo ingrese a este deporte. No obstante, desde aquella vez no pudo alejarse de las kumikatas.
Su primer entrenador fue el recordado profesor Eduardo Bermeo (+). El escenario donde entrenaba en aquella época estaba ubicado en la calle Hermano Miguel, por el sector del Mercado 9 de Octubre.
“Todo fue porque yo dormía mucho y como forma de castigo mi padre me puso en el judo. No obstante, no imaginé que esto iba a ser parte de toda mi vida. Tengo un grato recuerdo de mi entrenador”, comentó el experimentado judoca.
Tras aprender su primera técnica en esta disciplina. Continúa con motivación entrenando, pero esta vez con actitud competitiva. Compartía esta actividad con sus estudios en la escuela Santo Domingo de Guzmán (Dominicanos). Brilló también en la época escolar.
Luego de ello, continúo su formación secundaria en la Unidad Educativa Técnico Salesiano, hasta segundo de Bachillerato. El último año de esta etapa lo continúo en el Colegio Guillermo Mensi, de El Valle.
Durante su paso como judoca juvenil, Prado obtuvo los mayores logros de su carrera como deportista. Su primer título nacional lo alcanzó a los 15 años, compitiendo en Machala, en la categoría 50 kilogramos juvenil. En ese entonces tenía la dirección técnica de Jorge Barreto.
“En mi época escolar no había muchos combates, pero siempre estábamos en ardua preparación en el dojo de la Federación Deportiva del Azuay. Recuerdo siempre mi título a escala nacional”.
Tal fue el nivel de competitividad que tenía Prado que durante cuatro años consecutivos se quedó con el primer lugar en el Ecuador. Esto ayudó a entrenarse de manera exigente y ser considerado en las selecciones nacionales. Sin embargo, en ese entonces la lista de los deportistas para eventos internacionales se definía por puntaje y por ello el azuayo se quedaba fuera de las convocatorias.
No obstante, estas situaciones no desmotivaban al cuencano y seguía brillando en otras justas. Como parte de sus buenos resultados del país, destaca las preseas en competencias de Perú.
A sus 17 años, en 1989, obtuvo una presea de bronce en el certamen Regatas Lima. Fue uno de sus mejores resultados.
Una amistad que terminó en los altares
El judo también le dio la familia a Óscar Prado. Gracias a este deporte, entabló una amistad con muchas personas. Sin embargo, una relación que le motivó fue la que concretó con la deportista Jenny Llivisaca, con quien contrajo matrimonio y procreó dos hijos.
“Fuimos amigos. Lo lindo del judo que pone en el camino a personas especiales y mi esposa es una de ellas”.
A pesar de sus logros en el judo y por temas de estudio, se retiró de la alta competencia a los 20 años. Unas temporadas después retomó las prácticas, pero más como un método para mantenerse en forma.
En esa época inicia su etapa de formador. A sus 25 años estudiaba la carrera de Tecnología Industrial en la Universidad del Azuay (UDA).
Para sortear situaciones económicas, el judoca tuvo la oportunidad de seguir su época como entrenador. Comenzó en la Escuela Luis Cordero. Luego se integró al grupo de estrategas en la Unidad Educativa San José La Salle.
En esta institución prestó sus servicios por 23 años. Siendo parte de la preparación de varios campeones intercolegiales.
“Ser entrenador no es fácil, se necesita mucho compromiso. Nuestro círculo deportivo es un círculo de desarrollo. Siempre hay que ser solidarios».
Nace Team Prado
Tras su salida de La Salle toma fuerza la creación de su propio club. No obstante, durante la pandemia también emprendió. Formó un negocio de comida rápida (Fast Food Judoca), pero fue por un tiempo; aunque no descarta retomar este trabajo en un futuro.
Es así que toma fuerza el club Team Prado, que nace oficialmente en noviembre del 2022. Desde entonces no ha parado la formación de nuevos prospectos. “Es una nueva oportunidad de formarse en distintas categorías. Tenemos junto a mi familia cerca de 90 alumnos”.
Óscar Prado, a sus 52 años, se mantiene unido al judo. Dice que su familia es pilar para seguir con esta pasión. Todos comparten la práctica de este arte marcial.
El judoca cinturón negro cuarto dan, tiene entre sus objetivos actuales es la creación de un libro dedicado al entrenamiento lúdico de este deporte.
“Estoy en lo que me gusta. Me apasiona la enseñanza, el judo me ha dado mi familia. Quiero ser recíproco con lo que me ha dado este deporte”.