24 de Mayo

Hace un año atrás, en una ceremonia atípica, el poder Ejecutivo presentó el Informe a la Nación a través de un acto que no pudo tener la solemnidad y el rigor acostumbrados.  La Asamblea Nacional debido a la ejecución de la “muerte cruzada,” estuvo ausente de la ceremonia y con ello el acto de informar a la Nación perdió valor político.

A un año de ese momento en la historia del país, vale la pena recordar lo que sucede cuando fracasa la clase política.  Cuando la sociedad no encuentra un correlato en sus mandatarios cuyas agendas terminan alejadas de las urgencias y prioridades de quienes deberían ser el principal foco de su atención. 

La libertad conseguida en las faldas del Pichincha se mancha con cada traición que la clase política comete al no ser fiel al sacrificio legado por los héroes.  Lo que antaño fue el “yugo español” ahora es representado en otras formas de opresión como la delincuencia organizada, el narcotráfico insertado en la política, el sistema judicial o en las fuerzas del orden, que han logrado que en el país crezcan los niveles de corrupción hasta convertirlos en nuevas amenazas para la seguridad de la población.  

La política fue seria para Bolívar o Sucre y debería seguir siéndolo para quienes hoy tienen la enorme responsabilidad del dirigir o representar al pueblo, indistinto del canal utilizado.  Cada oportunidad de informar a la población debe ser realizado con respeto, oportunidad y verdad, sabiendo del privilegio que implica servir a la población bajo un legado de libertad e independencia.  La clase política debe marcar en su agenda cada 24 de Mayo como un recordatorio que gobernar e informar a la Nación es un honor.

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