“La desinformación y los etiquetados engañosos pueden inducir a error cuando compramos alimentos considerados saludables”

  • Expertos de la Universidad Europea recomiendan a los consumidores aprender a leer las etiquetas nutricionales para evitar ser engañados por la publicidad, centrándose en la lista de ingredientes y la tabla de composición nutricional

En los últimos años, la popularidad de los productos «saludables» ha aumentado significativamente. De hecho, la demanda creciente de alimentos que se autodenominan “saludables”, “naturales” y versiones “sanas” de productos tradicionales es evidente en los pasillos de los supermercados. Este fenómeno refleja un cambio positivo en la actitud de los consumidores que cada vez más valoran su salud y reconocen la importancia de una buena nutrición.

Esta tendencia denota aspectos positivos que reflejan que “la población está cada vez más interesada en cuidar su salud, lo que se traduce en una mayor búsqueda de información sobre nutrición y un aumento en la compra de alimentos saludables”, explica la profesora de nutrición y dietética humana de la Universidad Europea, Andrea Calderón. Sin embargo, también existen aspectos negativos, “la desinformación es un problema significativo, y la industria alimentaria a menudo se aprovecha de esto con etiquetados engañosos”.  Por ello, es fundamental que “los consumidores aprendan a identificar opciones saludables y adquieran conocimientos sobre la lectura de etiquetas nutricionales para evitar ser engañados por la publicidad”, añade la experta.

El etiquetado nutricional y su publicidad son factores clave que contribuyen a la confusión sobre qué productos son realmente saludables. “Aunque el etiquetado puede ser una herramienta valiosa si se utiliza correctamente, muchos consumidores no saben interpretar la lista de ingredientes y la tabla de composición nutricional”, señala Andrea Calderón. En este sentido, la docente asegura que cada vez hay una mayor tendencia a etiquetar productos como “naturales”, “vegano”, “orgánico”, “biológico” o “ecológico” y “muchos de ellos, son conceptos que la población no sabe realmente lo que son. Creen que siempre implica ser más saludable cuando un producto, por ejemplo, es vegano. Sin embargo, no tiene por qué ser más saludable que su homólogo, que incluya carne o algún alimento animal. Hay veces que sí, pero otras veces los fiambres veganos son una mezcla de harinas que apenas llevan proteína y que solo son ultra procesados con aceite y harinas refinados, con lo cual por ser vegano o ser eco orgánico, no necesariamente tiene que ser más saludable”.

La experta de la Universidad Europea hace hincapié en la creencia que existe sobre la comida ecológica, biológica u orgánica que “muchos consideran más saludable cuando realmente sólo habla del método de producción y de ciertos aspectos o productos químicos que se han tenido en cuenta, bien en su cultivo o la alimentación del pienso animal, pero que nada tiene que ver con la calidad nutricional del producto, al igual que cualquier tipo de etiquetado  que califican como vegano, fresco o natural, tampoco”. En este sentido, la profesora Calderón señala que “el hecho de que simplemente ciertos conceptos de nutrición se hayan considerado cada vez como más saludables, la industria lo va aprovechando”, por ejemplo, si estamos en el boom de que el aceite de palma es el peor aceite que hay, pues los mismos productos de toda la vida como cacao de untar, ahora se vende sin aceite de palma; cuando es el azúcar el que está demonizado, se hacen más productos sin azúcar añadido; pero en cambio cuando son los edulcorantes los más criticados, se hacen productos que aclaran que no llevan aditivos o edulcorantes, aprovechando un poco la tendencia de nutrición para adaptar el etiquetado. Hasta el punto de que hay productos que ahora la publicidad destaca que son sin gluten, cuando eso no significa nada positivo o ponen bien grande que es natural cuando realmente hay un vacío y no hay una explicación de que ese producto de verdad sea natural. Aprovechan ciertos reclamos para incluirlo en la etiqueta”.

La profesora Calderón también se ha referido a “la moda” de no consumir lactosa o gluten por pensar que no son buenos, “la gente cada vez acude más a productos sin alérgenos, sobre todo sin gluten, por ejemplo, creyendo que es mejor para su salud o que le adelgaza, cuando realmente ni una cosa ni la otra, no tiene ningún sentido que lo tomen y de hecho les va a encarecer mucho la cesta de la compra”. Por ello, recomienda que “aprender a leer las etiquetas nutricionales, centrándose en la lista de ingredientes y la tabla de composición nutricional”. Asimismo, la docente señala que “la publicidad no engaña como tal, porque lo que hace es que confunde o aprovecha vacíos legales”.

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