Sin dejar rastro

Hace 94 años, la comunidad Inuit que habitaba junto al lago Anjikuni en el territorio de Nunavut, en Canadá, cerca del Ártico, se esfumó de manera incomprensible y de forma misteriosa. Los 1.200 habitantes se marcharon sin dejar rastro. Las mesas quedaron servidas y los muertos desenterrados. Durante décadas, la “Desaparición del lago Anjikuni” llamó la atención de investigadores.

Joe Labelle, un cazador de pieles que visitaba el pueblo con frecuencia para comerciar, descubrió la desaparición. Describió la escena del abandono con asombro: la comida todavía estaba sobre las estufas y la ropa esparcida, lo que sugiere una partida abrupta y no planificada.

El que las mesas estuvieran preparadas para el almuerzo, acentuaba el enigma. El cazador se alarmó e informó a la Policía Montada de Canadá. Esta constató que los perros de trineo estaban atados y muertos. Se habían comido entre ellos por falta de comida.

Este comportamiento era muy extraño, pues los Inuit amaban y respetaban profundamente a sus animales. Unos testigos de pueblos cercanos reportaron haber visto en el tiempo de la desaparición una enorme luz verde sobre el poblado Inuit, asociada con una aurora boreal, lo que dota de más intriga al caso.

La Policía Montada de Canadá llevó a cabo una investigación exhaustiva sin encontrar evidencia concluyente del paradero de los Inuit. Entre las teorías que surgieron, algunas proponen una migración masiva que no tiene sentido pues no llevaron ni sus pertenencias ni sus animales consigo. Otras, sugieren abducciones extraterrestres, catástrofes naturales o algún tipo de conspiración gubernamental.  

La desaparición de este pueblo sigue siendo un enigma. Las especulaciones sobre qué ocurrió no se han acabado.

 Operadores de radio locales informaron que experimentaron interferencias inusuales y señales extrañas durante el tiempo de la desaparición. Esto aumentó la idea de un posible encuentro sobrenatural. Las hipótesis sobre lo sucedido, enfrentan la misma interrogante del por qué dejaron todas sus pertenencias.

La desaparición del pueblo asentado en el lago Anjuikuni es un recuerdo estremecedor de cuán poco sabemos sobre los secretos del Universo. Aunque la policía canadiense se esforzó por resolver el caso, la falta de pruebas alimenta, hasta el día de hoy, el misterio sobre el destino incierto que tuvo esta comunidad indígena. (O)

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