Mi saludo cordial y respetuoso para todos los jubilados de mi país, quiénes acaban de celebrar su día. La verdad que es la clase más vulnerable y la más vilipendiada por los gobiernos de turno. La mayoría de ellos pertenecemos a la denominada clasificación de “adulto mayor” (más de 60 años, según la ONU), “tercera edad” (mayores de 65 años), o “vejez” (de 72 años en adelante). Dejando de lado acciones y recuerdos negativos por la segregación y el maltrato recibido, un consejo sano sería cargarnos de energía positiva, mantener una buena resiliencia y aprovechar de esta edad, ya que, luego de nuestro dilatado camino recorrido, hemos adquirido experiencia, fortaleza, dignidad, y sobre todo aquilatamos más la valía que tiene un hogar, una familia y los amigos, de todos quienes debemos disfrutar para hacer una vida más llevadera. No hay duda que hemos aprendido muchas lecciones a través de nuestro acervo de vivencias, pero sobre todo los dones más sobresalientes que debemos tener presente y acoger a diario en esta edad, es tener conciencia y saber reconocer nuestras fallas, para así olvidar los rencores y perdonar los errores. Afrontamos la vida de cuerpo entero, soportamos numerosos otoños espesos y gélidos inviernos, fuimos prisioneros de las llamas del amor, y muchas veces retuvimos gritos estentóreos atrapados en la garganta. Debemos sentirnos satisfechos ya que, gracias a nuestro sudor nunca faltó el pan en nuestra mesa, todo era felicidad y pensábamos que el tiempo no transcurre. Ahora que hemos llegado a esta cima, tratamos de amar lo más pequeño con ansias guardadas. Disfrutemos hoy de una de las mejores épocas de nuestra existencia, ya que vemos a nuestros hijos y nietos(as) abrir las alas, emprender el vuelo y hacer su vida. Es una edad donde la sonrisa brota a la menor vibración de dulzura, y las lágrimas afloran ante lo más insignificante. Es una edad donde las palabras familia y amigos nos resuena con alegría en nuestros oídos y en nuestro corazón. Es una edad en que todo pasa y deja huella, donde florecen los recuerdos y los olvidos, y por qué no, es una edad donde todavía podemos amar y ser amados, donde podemos perdonar y ser perdonados. Por esta etapa sublime de la vida, ¡salud jubilados! (O)
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