Paulo Freire fue un conocido educador brasileño que allá en los años 70 entendió que todo proceso de educación se establece en un contexto, y en el caso de Latinoamérica, este contexto está marcado por la existencia de opresores y oprimidos, donde los primeros desean transformar la mentalidad de los segundos, pero no la situación que les oprime. Esto se puede realizar a través de lo que Freire denominó como “educación bancaria”, una educación acumulativa, en donde el que sabe entrega al ignorante el saber. Por ello también se convierte en una educación lineal y jerárquica, pues quien hace la entrega además posee el poder de entregarla. Además, esta entrega es paternal, y hasta establece una deuda para quien la recibe. El saber que es entregado desde el poder prácticamente posee un carácter divino, y por ende irrefutable e incuestionable. La realidad aparece retratada de una única manera, permanente y estática. Así la educación bancaria no admite la innovación ni la creatividad, ni las alternativas, invalida la crítica y hace imposible cuestionar incluso, el propio acto de la educación. Si bien se trata de una educación integradora e inclusiva, no por ello es una educación transformadora, porque básicamente el oprimido aprende a ser y estar oprimido. ¿Me pregunto si la educación bancaria sigue vigente en nuestros días?
