El país de estos últimos tiempos que arde entre llamas y balas enfrenta a oscuras una crisis profunda y generalizada, sin que existe señales de esperanza que den cuenta de la voluntad política para abrir un debate que nos permita encontrar consensos nacionales, entre todos los actores y sectores sociales para al menos hallar un sendero que nos lleve a retomar los principios fundantes que como Nación nos define. Escenas como la vivida hace pocos días en Cayambe cuando un hombre fue golpeado y colgado vivo en venganza por la muerte de otro hombre que habría sido asesinado por el primero, no es sino un acto de barbarie que refleja la total descomposición social que atravesamos. “El nuevo Ecuador” del ahora candidato presidente, no existe, nunca existió, está cayéndose a pedazos, está hundiéndose en el juego de los viejos políticos, ahogándose entre las contradicciones de la información y los discursos que salen de Carondelet, con muy preocupantes síntomas de prepotencia y autoritarismo. Con velas, pitos y “pijamada nacional” obligatoria no se resuelven los graves problemas sociales, económicos y ambientales; menos aún, si se entrega el país a las empresas mineras. Cualquier acción en contra de la naturaleza será mortal para todos, la sequía que vivimos es resultado de la arrogancia, de la soberbia, de la codicia de la especie humana: no a la minería en nuestras fuentes de agua. (O)
DZM
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.
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