¿Qué es el desarrollo?

Sebastián Endara

Empecemos por lo más básico. Es más fácil tener como imagen del desarrollo, los rascacielos de Manhattan que la fétida industria humeante que evacua líquidos putrefactos en los ríos y desertifica la tierra. Acepto que son imágenes que no necesariamente corresponden a la realidad, -no necesariamente-. Pero es claro que el “desarrollo” tiene un costo. No es un proceso armónico, y menos en países primario exportadores como Ecuador, aun cuando de hecho existan empresarios e industrias responsables. Pero la pregunta es, si no debería ser un ideal del desarrollo precisamente el “desarrollo armónico”. La crítica se teje argumentando que, en la sociedad neoliberal, el desarrollo solo es concebido en términos económicos, lo que significa que restringe su alcance y perspectiva integral, y, por tanto, ya no puede ser visto como el eje principal del progreso humano. Al contrario, el desarrollo miope nos hace involucionar y pone en serias dudas la propia continuidad de la vida. El desarrollo, entonces, se ha convertido en un discurso vacío que no abastece las necesidades de superación y perfección humana. Pero al ser un concepto tan abarcador, parece que la idea de desarrollo no puede ser reemplazada sin interrumpir la línea del tiempo moderno. Hablar por ejemplo de Buen vivir, que plantea el respeto a la naturaleza, aparece no solo como un anacronismo sino como un discurso retro-volucionario, y en parte lo es, porque recoge y se retrotrae a las luchas inconclusas por hacer realidad los ideales de la ilustración. Y seamos claros, la explotación de la naturaleza no cesará sin antes superar la explotación entre los propios seres humanos. (O)

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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