Y pese a todo, digo a los apagones, vamos a celebrar Halloween, Noche de Brujas la noche del 31 de octubre, celebración que cautiva a niños y adolescentes, por su novedosa línea decorativa en la que, los colores del bosque de esta época del año, los negro y naranja ceremoniales, los ocres, los rojos y amarillos que matizan los colores de bosques, campiñas y chacras en esta temporada, resaltan su tétrica y sugerente coreografía.
Halloween, Noche de Brujas, Noche de Víspera de Difuntos, festividad moderna y universal en los países anglosajones, Europa del Norte e Iberoamérica, conmemoración que crece año tras año entre nosotros, es el resultado de la hibridación de la tradición Celta de celebrar el fin del verano, el Samhain, la presencia del espíritu de los muertos que se creía regresaban en estos días, con el rito cristiano de honrar a los difuntos, resultando una celebración que trata de entender la muerte como un camino al renacimiento. La celebración Celta duraba tres días centrada en la conexión espiritual con los antepasados, coincidiendo con las ceremonias católicas de Todos los Santos y del Día de los Difuntos del 1 y 2 de noviembre, celebraciones universales, localmente, enriquecidas con motivos culturales de los pueblos originarios.
Siguiendo esta tradición, el 31 de octubre, a lo largo del día, el entorno se va llenando de alegorías lúgubres con los colores del otoño resaltando proporciones y detalles de guadañas, calaveras, gatos, escorpiones, arañas; caída la tarde los niños pasean disfrazados de brujas, jokers, guasones, maléficas o macabros payasos; llegada la noche, provistos de una calabaza, visitan las casas del vecindario recibiendo regalos de caramelos, chocolates y más golosinas. En el parque de la ciudadela, tétricamente decorado para la ocasión, ahora no hay que hacer mucho esfuerzo porque la falta de energía eléctrica colabora efectivamente, se compartirá un ágape solidario con Colada morada y Guaguas de pan, otra tradición festiva que se universaliza. (O)
