Y pensar que hasta anoche yo no sabía de qué escribir. Y es que, en esto de la política, llega un momento en el que uno se agota de la incompetencia y es casi natural que se encuentre tentado a tirar el televisor por la ventana o decida, en defensa propia, desenchufarse de la política y dejar de amargarse la vida.
Así que, si Usted es uno de uno aquellos que ya tiraron la toalla, permítame recordarle que ya falta poco para que se vayan ¿Quiénes? Pues el presidente y el parlamento también. ¿Porqué? Pues porque las cartas están sobre la mesa y, según parece, nada está dicho ante una segunda vuelta que, hasta ahora, no tiene dueño. Y esto, además, en el contexto de un gobierno fallido, un subproducto de la política que tiene al Ecuador atravesando una de los peores crisis económicas y humanas de su historia (sí, ya sé que no llueve, pero esa no es toda la explicación). Luego, sería lógico esperar que el país busque alternativas.
Claro, supongo que cuando ya no estén los que ahora están, encontrarán la forma de denunciar el fraude, declararse perseguidos y amargarnos la vida desde las redes sociales. Pero de todas maneras se van y eso es muy bueno, para ser seguramente reemplazados por alguna nueva tropa con sed de venganza, lo que no es tan bueno, como no lo será el vacío de poder donde el presidente intentará gobernar sin gobernar en plena campaña electoral y con la vicepresidenta en contra. Y lógicamente, usted se angustia. Y no es para menos. Los tipos nos hicieron mucho daño y lo seguirán haciendo, especialmente ahora que ya no tienen nada que perder.
Lo que queda ahora es preguntarse, mientras dure la campana, quién se ocupará de pensar en el pueblo y el descomunal impacto que esta crisis está teniendo en la seguridad y el empleo. Sin embargo, estimado lector, no sufra más. Lo cierto es que estos, al menos estos, ya no volverán a gobernar y eso debe bastar para que usted duerma más tranquilo. ¿Los que vienen serán peores? Bueno, pensaremos en eso mañana… (O)
