Waka waka, eh eh, tsamina mina zangalewa, porque esto es África. Ojo. No es que me guste la música de Shakira. Para nada. Pero Ecuador está pasando por un tremendo Apocalipsis. Los ríos están secos, los incendios forestales arrasan miles de hectáreas, la minería ilegal está acabando con las fuentes de agua, y los puertos se usan para el envío de droga al extranjero. Recién cayó un chapita español cooptado por los tentáculos de los narcos ecuatorianos.
A ver. Me dirán que soy chapado a la antigua, pero nos falta trabajar mucho en la educación desde los primeros años de escolaridad. ¿Cómo entender que los espacios prime time estén ocupados por programas de farándula? ¿A nosotros qué nos importa que el presentador de televisión Ronald Farías haya tenido un impase con un reportero de la prensa rosa y lo haya retado a pelear como “hombres”, subestimándolo por su sexualidad? ¿De qué nos sirve todo eso a los ecuatorianos?
Y son esos mismos programas los que imponen un estilo de vida desordenado. Que el hombre es «más hombre» porque se ha vacilado a todas las reporteras de la farándula. Y si de pronto una de esas chicas queda bendecida, ya hasta proponen nombres para la criatura. Ni hablar de las influencers que son invitadas a las narcofarras para cantar alguna canción de vallenato o, peor, corridos que exaltan hazañas delincuenciales.
Nos falta mucha educación. Lo digo en serio. Una persona en su sano juicio no puede prender fuego a los pajonales. Miren lo que ocurre en Loja o Cuenca. Estas ciudades se encuentran inmoladas. Ahora sí no dudo que esos actos terroristas han sido provocados a propósito para generar caos en el país. Tampoco creo que sea coincidencia que justo en los mismos días de la Cumbre Iberoamericana haya marchas “espontáneas”.
Me encantaría encontrar a esos mismos políticos llevando un balde de agua para apagar las llamas. No, para eso sí no sirven. No los he visto convocar a miles de “ciudadanos” para hacer una minga y dar una mano a los bomberos, que se parten el lomo controlando el fuego. Solo velan por su comodidad y “luchar” contra las supuestas medidas neoliberales y el capitalismo. Pero, les cuento un datito. Las empresas privadas han sido las primeras, por no decir las únicas, en asistir a los voluntarios.
Eso es pensar en el país, en el desarrollo, en la comunidad. No en cerrar las vías y destrozar las ciudades solo para llegar al poder. ¡Canallas! (O)
