Más que una fiesta religiosa, el Pase del Niño Viajero, para los católicos cuencanos, es una expresión de su fe, que se refleja con ofrendas como el pan y la chicha de jora (bebida fermentada elaborada con maíz), que se prepara y ofrece a los devotos desde hace décadas.
Patricia Pulla Álvarez y Carmela Llivipuma Pulla, descendientes de Rosa Palomeque de Pulla, considerada como una de las iniciadoras de lo que hoy es el Pase del Niño Viajero, son las encargadas de mantener esta costumbre.
¿Pero cómo nació la pasada y por qué su nombre?
Al respecto, Carmela Llivipuma cuenta que su abuela, Rosa Palomeque, era amiga de Monseñor Miguel Cordero Crespo, quien viajó a Tierra Santa en 1961 llevando la imagen del Divino Niño Jesús.
A su regreso, el monseñor llamó a Rosa Palomeque para entregarle un recuerdo y cuando ella vió la imagen del niño exclamó: “ya ha llegado el viajero”.
A decir de Llivipuma, su abuela fue quien le puso ese nombre, pero fue su mamá, Rosa Pulla, quien empezó a “darle fama”, ya que tenía una panadería e invitaba a familiares, amigos y quienes entraban a su local, a las velaciones y pasadas donde les brindaba el pan preparado en horno de leña, que se comparte hasta la actualidad.
Carmela Llivipuma indica que empezará a preprar el “Pan del Niño Viajero”, cuyo ingrediente especial es la fe, desde el martes 10 de diciembre, alimento que se repartirá a los participantes de la pasada a partir de las 06:00.
Añade que no tiene una cantidad definida, elaborará tantos como sea necesario porque los hace para el “niñito” y eso es lo que importa.
La fe motivó a preparar chicha en honor a la imagen religiosa
Al igual que Rosa Pulla, su hermano, Cesáreo Pulla y su esposa Beatriz Álvarez, fueron devotos a la imagen del hijo de Dios, quienes por su fe, decidieron preparar la chicha de jora o “Chicha del Niño Viajero”.
Patricia Pulla Álvarez, es la única de tres hermanos que mantiene la tradición por petición de sus padres fallecidos tiempo atrás.
Patricia cuenta que la chicha es una bebida tradicional de nuestro medio, que se ofrece en los actontecimientos que reunen a la comunidad y por eso sus padres optaron por hacerla para regalarla a los asistentes de la padasada.
“Este año prepararemos diez mil litros de chicha que los repartiremos en la esquina de las calles Simón Bolívar y Tarqui, durante el Pase del Niño Viajero”, anuncia Patricia, quien junto a su esposo Marcelo Poveda, y sus hijos, Marcelo, Adrián y Danilo; empezarán esta titánica labor a partir de hoy domingo.
Para esto, cuentan con los calderos y recipientes para elaborar la bebida, instalados en su domicilio. Además, han adquirido un generador de energía eléctrica debido a los cortes de luz, ya que el proceso es continuo.
También, han contratado a personas para que les ayuden, pues hay que estar pendiente de la chicha todo el tiempo.
El 24 de diciembre, en dos camiones de las Fuerzas Armadas y otros vehículos alquilados, se llevará la chicha para entregarla a los fieles, desde las 08:00 hasta las 18:00, hora en la que se prevé termine la pasada.
Para Carmela Llivipuma y Patricia Pulla, mantener esta herencia religiosa es un acto de corazón, pues su principal motivación es la fe y devoción al “niño Dios”. (I)
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