¿Gana algo el país con las “broncas digitales” entre algunas autoridades elegidas por el pueblo?
En estos días Daniel Noboa, el presidente, sí, el presidente de la república, dedica su tiempo, sus energías, su juventud, a provocar y a responder bravatas, supuestas acusaciones, presuntos delitos y hasta “peleas de barrio” con alcaldes y un exmandatario, prófugo de la justicia, aparentemente sin el goce de sus derechos políticos al ser sentenciado por un alto tribunal.
Aquel tipo de broncas, emitidas en el inefable “hilo de X”, llegó al culmen este pasado fin de semana entre Noboa y el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, envuelto en un lío judicial relacionado a la presunta venta de combustibles subsidiados a través de terceros, a varios de los cuales la Fiscalía pidió prisión preventiva, en tanto otros se libraron de ser procesados por cuanto participarán como candidatos en las próximas elecciones.
Noboa, como si los problemas graves del país no le bastaran hasta para quitarle el sueño, usa las presunciones sobre aquel caso para invitar al ruedo digital al alcalde, partidario de estas broncas hasta con quienes critican su gestión.
El burgomaestre responde con igual denuedo, siembra dudas sobre el abuso del poder del presidente, dice conocer sus andaduras cometidas antes de serlo, en especial con las empresas ligadas a su poderosa familia. Y así…
¿Le hace bien eso al país? De ninguna manera. Un presidente de la república, como un alcalde o un prefecto, no dejan de ser referentes ciudadanos.
Sus comportamientos, como su gestión, son seguidos paso a paso por sus electores cuyas necesidades, problemas, aspiraciones, requieren de ellos la máxima atención, prolijidad, tolerancia, templanza y equilibrio emocional.
La justicia, a su debido momento, determinará si hay o no culpables; pero echar mano de la investigación fiscal, peor lanzar lodo para el desquite, denigra las dignidades de sus protagonistas.