La Navidad es una fiesta del todo y confusa, gracias a la inquebrantable fe que todo lo distorsiona y a pesar de ello, la vuelve real. Si, es verdad, distorsionada pero bella, pues es la fecha donde los sentimientos buenos, caridad y fraternidad reinan en todo el mundo, como magia inesperada. La Navidad empezó a celebrarse en el siglo IV entre los años 320 y 353 d.C. ¿Es importante el cuándo? Pues para mí, poco creyente y más lógico, no, pero si con ella y por ella sentí las manos de mis abuelos que me acariciaron dulcemente y a pesar de que nunca la celebramos ancestralmente en mi familia, fue siempre maravillosa. El papa Julio1, fijó el 25 de diciembre como Navidad, fecha que facilitaba la conversión de los romanos al cristianismo y muy a pesar de que Jesucristo nació en primavera. ¿vieron nieve en la cuna del hombre nacido para escarnio y salivazos? Pues no, el nació en primavera. ¿me importa mucho? Pues no, pero si me conmueve el hecho de que en su nombre la humanidad entera a regido sus leyes y conductas con sabiduría y piedad. El árbol de Navidad se originó en pueblos escandinavos y germanos y fueron estas especies de plantas autóctonas, las adornadas. ¿Me importa mucho? pues no. Aquí vi ornamentadas las más bellas chuquiraguas y árboles de papel del cerro andino, alrededor del cual se concentran pobres y ricos para probar lo que pudieran tener en sus mesas, en una tácita comunión estupenda. El pesebre fue popularizado por San Francisco de Asís, en 1223, con la fe monumental y ciega con la que él vivía. ¿me importa mucho? Pues no, pero celebro su voluntad y el tesón para conseguir una figura de paz, misterio y dulzura, que es bálsamo para el hombre. Celebro mucho si el pesebre me regala la oportunidad de juntar en sus lindes a mis hijos y decirles que los quiero con el alma. Pues sí, eso me importa. ¿Que aparezca un viejo bonachón disfrazado de payaso y del todo oligofrénico pues solo sabe el jojojojo y que nació de una leyenda de San Nicolas de Bari, un obispo del siglo IV? ¿Y que esto me convenza? Pues no, absolutamente no, pero si veo brillar los ojazos de mis nietos y su sonrisa y sus manitas vienen a mi cuello con un abrazo majestuoso, entonces sí, pues es esto es para mí lo importante y puedo por ellos, disfrazarme y simular al viejo barbado vestido con pijama y gorro frigio.
Pues diré la verdad, no creo, ni creeré en estos juegos paganos y religiosos, pero si les mando un gran abrazo de felicidad a todos los que leen este articulo y a toda la humanidad dispar pero gloriosa y que tengan una Feliz Navidad. (O)