Cuencano dado en adopción busca a su madre biológica

Una casa, de tres pisos, en la calle Gran Colombia entre Tomás Ordóñez y Manuel Vega, en pleno Centro Histórico, de Cuenca, es un sitio común para los cuencanos, pero para Daniel Fernando Altamirano Basurto, de 39 años, es un lugar único.

Y es que Altamirano, quien ahora vive en Guayaquil, fue abandonado en la puerta de esta vivienda un 29 de enero de 1984, cerca de las 08:00, cuando tenía unos 20 días de nacido. Cree que nació en el hospital Vicente Corral Moscoso.

El 30 de enero de 1984 fue ingresado a la casa de acogida Hogar Tadeo Torres, que en ese entonces se ubicaba en la avenida Fray Vicente Solano y Doce de Abril. Estaba desnutrido, asustado y con una grave infección.

Allí las monjas Hermanas de la Caridad, que estaban a cargo de este establecimiento, lo bautizaron como Gonzalo Paúl. En su registro de ingreso consta que la casa donde lo abandonaron era propiedad de Zoila Vazquez.

Un 10 de julio de 1984 fue dado en adopción a la pareja de esposos: Daniel Efraín Altamirano y María Margarita Basurto, quienes se lo llevaron a vivir en Guayaquil. Ellos también adoptaron a otro niño cuencano, que estaba en el Tadeo Torres.

Su sueño

Altamirano, casado desde hace 12 años y con tres hijos varones, de 10, 8 y 1 año seis meses de edad, tiene un sueño: conocer a su familia biológica. Guarda intacta la esperanza de que pronto podrá reunirse con ellos.

Recordó que su niñez en el puerto principal fue muy dura y estuvo marcada por maltratos físicos extremos y palabras hirientes por parte de su madre adoptiva, quien también había sido adoptada y maltratada cuando fue niña.

“No tengo tíos, tías, no tengo familia, no se nada de mí, quiero conocer a mi madre verdadera, yo ya la perdoné, no soy quien para juzgarla, yo solo quiero conocerla y darle un abrazo y decirle que la amo, aunque parezca extraño…”, dijo.

En la actualidad Altamirano es coordinador de la región Costa de un ministerio cristiano, y su fe en Dios hace que mantenga viva la esperanza de que podrá abrazar a quienes llevan su sangre.

En su intento por encontrar a mi mamá en 2005 y 2016 visitó el Tadeo Torres y la vivienda donde fue abandonado. Logró conseguir algunos documentos escritos a mano, con algunos datos sobre su adopción.

Adopción

También puedo averiguar la dirección de la nueva casa de Zoila Vazquez. Se reunió con ella, pero no obtuvo mayor información. Ayer nuevamente fue a buscarla en su casa, pero no la encontró. Espera regresar pronto.

Relató que sus padres biológicos luego de 14 años de matrimonio no pudieron tener hijos por lo que decidieron adoptar. Su padre es cuencano y su madre guayaquileña. Tenían un negocio familiar. Ambos ya fallecieron.

“Mis padres adoptivos ya se iban a separar y su vecina les había dicho que había niños muy bonitos en Cuenca y vine a salvar ese matrimonio…”, indicó. Su padre murió cuando él tenía 15 años. A los 12 años le confesó que era adoptado.

Añadió: “mi padre adoptivo era un buen hombre, muy trabajador, pero mi madre había sufrido mucho cuando era niña, pues me contaba que cuando se equivocaba en la cocina incluso le ponían la carne hirviendo en la espalda”.

Acotó: “creo que ella replicó ese maltrato conmigo y mi hermano, que se llama José Luis Altamirano y tiene 36 años. Nos pidió perdón antes de morir y yo le perdoné. Es un capítulo de mi vida que se cierra y ahora solo deseo encontrar a mi madre…”.

Apoyo

Tanto en su cédula como en la de su hermano consta la misma fecha de nacimiento: 8 de enero de 1984. Ambos ahora han perdido contacto. Su madre murió cuando el tenía 21 años.

Altamirano indicó que a los 15 años abandonó su casa por los constantes maltratos y comenzó a vivir en la calle. Un jefe de su hermano, que era cristiano, le invitó a una iglesia y eso cambió su vida.

“Quiero saber quién soy, de dónde vengo, y no solo lo hago por mí, lo hago por mis hijos, porque ellos necesitan y merecen también conocer a la familia de su padre, todos merecemos conocer a nuestras familias…”, insistió.

Cuando él tenía ocho años, sus padres finalmente lograron tener un hijo biológico, que le pusieron de nombre Andrés, pero no tienen una relación de cercanía, lo que también ha marcado sus vidas.

Su esposa, Silvia Conforme, quien es periodista, ha sido una motivación para buscar a su madre biológica. También sus amigos y compañeros de la iglesia, por lo se siente fortalecido en esta aspiración.

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