Una serie, una exposición y dos libros sobre Cristóbal Balenciaga vuelven a ponerle en el epicentro de la actualidad. «¿De dónde sale tanto para rodar o escribir sobre él?, se pregunta Sonsoles Díez de Rivera, custodia del legado del costurero de Guetaria (norte de España), quien asegura que era «hermético» con su vida.
«Ya está todo contado, no hay más que contar», asegura a EFE Díez de Rivera, patrona fundadora del Museo Cristóbal Balenciaga de Guetaria, una localidad en la provincia vasca de Guipúzcoa.
Defiende que el interés por Balenciaga siempre ha existido porque, además de ser sinónimo de «elegancia y belleza», nunca buscó la fama, solo el prestigio de lo bien hecho.
«Balenciaga nunca fue una persona accesible: concedió una o dos entrevistas en toda su vida, fue reservado, prefería que hablara su costura, sus creaciones».
Por esa razón, a Sonsoles Díez de Rivera le cuesta entender «de dónde se saca tanta documentación y declaraciones para escribir o hacer películas y series sobre él».
Balenciaga tendrá una serie, creada por Lourdes Iglesias, protagonizada por Alberto San Juan, y dirigida por tres guipuzcoanos Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga.
Cuenta en el elenco con Belén Cuesta en el papel de la aristócrata Fabiola de Mora y Aragón; Josean Bengoetxea (el empresario Nicolás Bizkarrondo), Cecilia Solaguren (su mujer, Virgilia Mendizabal), Adam Quintero (Ramón Esparza, colaborador del diseñador), Thomas Coumans (Wladzio D´Attainville, pareja y socio de Balenciaga), Anouk Grinberg (Coco Chanel) o Anna-Victoire Olivier (Audrey Hepburn).
Pero ni todo ese preciosismo técnico convence a Díez de Rivera, que asegura que no va a ver la serie. «Me temo que no van a representar la esencia de Balenciaga, van a hacer hincapié en un aspecto que no es el importante», asegura una de las personas que más sabe del modisto y de su forma de trabajar y de hacer un traje «con dos costuras y que fuera perfecto».
Antes del estreno de la serie, para ir preparando al espectador, Disney ha organizado la exposición ‘Cristóbal Balenciaga’, que se inaugurará el 21 de diciembre en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Los visitantes podrán ver distintas estancias que representan los momentos clave en la vida del diseñador reflejados en cada uno de los seis episodios de la serie: desde sus comienzos en París en 1937, cuando presentó su primera colección de alta costura, pasando por sus talleres de Madrid y la ciudad vasca de San Sebastián y su consagración como uno de los diseñadores más importantes de todos los tiempos.
También se han escrito recientemente dos nuevos libros sobre su figura. ‘El enigma Balenciaga’ (Plaza & Janes), de María Fernández-Miranda y ‘Aquel verano en París’ (Ediciones B), de José Luis Díez-Garde.
«Todos los libros son repetitivos», dice Díez de Rivera, la mayor coleccionista en España de modelos del diseñador.
El único que ha leído ha sido ‘Cristóbal Balenciaga: la forja del maestro’, de Miren Arzalluz, experta en el costurero y que fue comisaria en el museo de Guetaria. «Estaba bien documentado, contaba toda la trayectoria del costurero hasta su llegada a París».
Díez de Rivera piensa que Cristóbal Balenciaga estaría «horrorizado» con todo lo que se habla de él y también en lo que se ha convertido su firma -«hoy ya solo es una etiqueta»-.
«Es espeluznante la ropa de ahora de Balenciaga -bajo la dirección creativa de Demna Gvasalia-. Da hasta miedo, es como para ir de Halloween», se lamenta Díez de Rivera, quien cree que la firma del diseñador solo estuvo un poco mejor con Nicolas Ghesquière.
Ninguno ha logrado lo que Balenciaga, que decía que las telas le hablaban: «Se las echaba sobre el brazo y según la caída, sabía cómo tenía que cortarlas, por eso sus diseños no se deforman, están perfectamente equilibrados».
«Cristóbal estaría espeluznado si viera lo que se está haciendo en su firma», asegura Diez de Rivera, quien dice que si Balenciaga ejerciera ahora su profesión haría «una cosa moderna y maravillosa, se adaptaría a los tiempos». (EFE) (I)