¿Cómo se explica que en un Estado Laico cuya constitución consagra la libertad de culto se construya una capilla católica en plena Asamblea Nacional? Resulta indignante mirar al señor Kronfle colocar la primera piedra para esta ilegal e ilegítima construcción, mientras el país se desangra y atraviesa la peor crisis económica y enfrenta una descomposición ética y social que ha socavado las raíces mismas del Estado ecuatoriano. ¿Cómo proteger a nuestra quebrantada constitución, cuando quiénes dictan leyes y deben defenderla son quienes la transgreden? ¿Por qué en el discurso político y en declaraciones de autoridades y funcionarios se ha vuelto lugar común nombrar a Dios? No puede ser más espeluznante escucharlos decir: ¡Gracias a Dios! ¡Qué Dios nos bendiga! ¡Si Dios quiere! ¡Bendiciones! A más de todas las particulares invocaciones convertidas en un artificioso maquillaje para ocultar su patética incapacidad, como aquella célebre: “Hay que pedir a San Pedro que llueva”. ¿La laicidad estatal en Ecuador es un espejismo más que un espacio para cimentar una democracia liberal? ¿Se usa las representaciones religiosas para la legitimación del poder? Bien valdría la pena recordarles: “¡No usarás el nombre de Dios en vano!” (Diez mandamientos); “Dale al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo: 1,15). (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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