Para el frío

Un entrañable amigo, todos los días, muy de mañana por ese hábito madrugador de los sexagenarios me envía su saludo con algún deseo especial de bendiciones y felicidad, como es tradicional, pero esta vez y en consonancia con los días extremadamente frías que vivimos supongo, nada nuevo bajo el sol, su saludo viene acompañado de una sugerente reflexión: “ha de ser de abrigarse”.

Respondo su saludo con discreta reciprocidad y directa reflexión como dilucidando y sugiriendo en el mejor sentido, querrás decir tomaremos algo caliente o que caliente que, en buen romance, puede traducirse en tomemos unito para el frío o más frontal tómenos un guaspete, como decía mi tío chispo; un fuerte, como se estimulaba a los mingueros al iniciar la jornada; un caminero, como ofrecía el “Pichi” Peñafiel  entrañable guía de pueblos y gentes; un uno, como añora mi amigo el Sapo Paredes;  un draque, como alardeaban los entradores a Tenguel, Balao y Cochancay; un gloriadito como se ofrecían en los temblorosos lances de carnaval; unito para que no patee, como se brindaba después de la comilona en la matanza del chancho, de los cuyes y mingas; un aguardientico con mi misal y mi rosario, como se resigna taita curita Gómez; un canelazo como se oficiaba en la despedida a los romeriantes;  cómo y de qué manera…, como brindaba mi comadre Lalita; páseme el agua loca, como cantaba el “tuerto” Rogelio; tomemos la del estribo, como despistaban los arrieros; con agüita de Sangorache al más puro estilo familiar; con “agüita de cualquier cosa” como dice una canción fiestera; una chichita, como pedían los peones con picardía; un abreboca, antes de pasar a la mesa comunal; un endurashca en el chuchaqui porque con la lana del perro se cura el mordido;  una chucurilla, un tocho, una tuzha, un asentativo, un dormilón, un bajativo o un plomo bien derritivo como gusta a otro amigo sapo, una caña blanca, un guarapo, una copita; y así,  para  según el jaleo, la ocasión y con quién la canción.

Es el lenguaje de la cordialidad, del ritual de la amistad festiva y apoteosis de la reciprocidad que, tradicionalmente, va de la mano de la sabiduría y el buen humor, inseparables, y desde luego profundamente enraizado en la cotidianidad del hablar, brindar y celebrar local y regional que, de alguna forma, aporta a una identidad cultural. (O)

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