¡Qué diablos les pasa a estos pirómanos!

La plena es que a estos inefables sujetos les debe caer toda la ley encima. No les creamos cuando dicen de que querían quemar un poquito el llano para limpiar la mala hierba. ¡Naranjas! Esos manes lo que buscan es dañar la vegetación y matar animales inocentes. Creo que gozan de ver a una población acorralada por las llamas y de causar caos en los servicios de emergencia. Carambas, ¿qué demonios les pasa por la cabeza?

¿Y ahora? ¿Quién se hace cargo, por ejemplo, del bebé de 11 meses que casi muere calcinado en Quito por el tremendo incendio provocado en Guápulo? O de la familia que perdió su vivienda porque a un soquete se le ocurrió prender fuego y por poco arrasa con toda una zona de la capital. Miles y miles de pérdidas. Acabaron con el esfuerzo de toda la vida de una familia. ¡Tarados!

Y lo que hace virar el hígado son las respuestas de los culpables. Un taxista dijo que estaba chispo y que, en medio de su plutera, se le ocurrió provocar un incendio. ¡Qué canalla! Es que, en medio de los escombros, los rescatistas encuentran canecas de diésel mezclado con aceite. Esos son ataques terroristas, para mí no hay otra explicación.

Pero lo olvidaba. Siempre hay los políticos de pacotilla que meten las narices donde nadie les ha llamado. Son tan aberrantes que dicen que si ellos estuvieran gobernando no habría incendios y que San Pedrito habría hecho llover y nada pasaba. Sinvergüenzas. La región atraviesa una de las sequías más agresivas de los últimos 60 años y estos “pilas” no pierden ningún acontecimiento para hacer politiquería y culpabilizar al gobierno de turno. Realmente son una desgracia.

Tampoco entiendo a la damita que quiso deshacerse de los recuerdos de su mal amor y eligió precisamente una pampa enorme de no sé cuántas hectáreas para prenderle fuego a los obsequios que algún día le dio el mijo. Por suerte, los vecinos de la zona se pusieron pilas y lograron controlar el fuego antes de que se propague y se lleve consigo un montón de casas aledañas. Lamentablemente para la despechada, ya la está buscando la ley. Tranquilamente puede irse unos añitos a llorar sus penas en medio de los barrotes.

Pero en medio de estas emergencias seamos chéveres con nuestros héroes. Si tiene chance, ofrezca agüita o jama a los queridos chapitas, chosquitos o bomberitos. Se la están fajando en medio de situaciones adversas. Mostremos al resto que la mayoría somos buena nota. (O)

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