Familias de Chaucha y voluntarios dejan sus hogares para combatir los incendios forestales

A un lado quedó la casa, el ganado, los sembríos. A un lado quedó la vida diaria, la cotidianidad, para una gran parte de los habitantes de Chaucha.

Desde el 6 de noviembre de 2024, la parroquia rural más alejada de la ciudad de Cuenca vive otra vida.

Un incendio forestal empezó en el bosque de las Américas, en la parte alta de Chaucha, en la zona adyacente al occidente del Parque Nacional Cajas. Y, desde entonces, todo cambió.

El fuego, que se ha ido extendiendo sin tregua, activó a la comunidad de Chaucha porque se estaba perdiendo lo más valioso en este momento: la naturaleza.

Árboles, vegetación, pajonal. Las llamas, con la sequía encima, ha consumido todo lo que ha estado a su paso. Y no ha parado.

El incendio se extendió a otras dos zonas más de Chaucha, e ingresó al Parque Nacional Cajas.

La comunidad trata de apagar el fuego

Una vez que el incendio comenzó, los habitantes de Chaucha dejaron la vida que tenían para tratar de apagar el fuego.

Sin embargo, si bien el trabajo ha sido arduo, todavía no pueden controlar las llamas porque el incendio está en una zona de difícil acceso.

Solo para llegar hasta el fuego se necesitan al menos tres horas de caminata, a paso rápido. Solo ya por el simple hecho de apretar el paso por senderos improvisados e inclinados, el cuerpo no resiste.

No se diga en donde las llamas arden. El calor, el propio sol, el humo. Todo hace que el trabajo se minimice.

Los habitantes, a quienes se han unido brigadistas y bomberos, parten una vez que el sol se asoma y vuelven antes de que anochezca.

Cansados, deshidratados, negros por las cenizas.

«No hemos descansado. La comunidad trabaja día y noche, trata de apagar el fuego, pero está fuerte. La gente ha dejado su ganado, ha dejado la agricultura para unirse y apagar el fuego, pero hay varios focos y es difícil», dijo Hernán Valencia, vocal del Gobierno Autónomo Descentralizado de Chaucha.

Voluntarios se unen

«Chaucha en emergencia», «Chaucha nos necesita»: son algunas de las consignas que empezaron a replicarse por redes sociales y por mensajes de WhatsApp.

Las súplicas, los pedidos, que han realizado las propias personas que han estado o visto el incendio forestal, comenzaron a surtir efecto.

En los últimos días, un grupo de personas inició recolectas y se ofreció como voluntarios. Porque las manos faltan para un incendio que se extiende y amenaza con llegar a la vía que une Cuenca con Chaucha.

Solo este 20 de noviembre de 2024, en un grupo de WhatsApp llamado «Voluntarios Chaucha», bastó un mediodía para que docenas de hombres y mujeres se pusieran de acuerdo y definan una ruta de ayuda para la parroquia cuencana.

El auxilio ha sido escuchado, y, con un camino más claro, se mantiene la esperanza de que se apague un incendio que, lo único bueno que ha dejado, es la solidaridad. (I)

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