Salvación y locura en la poesía de Jorge Aguilar

Lector como pocos, melómano y cinéfilo como nadie. El segundo libro de Jorge Aguilar titulado ‘Poemas como escaramuzas y espejos extraviados’ tiene de todo, menos extravío. La música, el cine y el amor a dos seres, lo atraviesan y dejan ver su reflejo casi desnudo.

La poesía es batalla y la música su campo de exterminio”, escribe Jorge Aguilar, un poeta nacido en Piñas que ha hecho casa en Quito, Machala y hoy, en Cuenca, una ciudad que, más que acogerlo lo reclama como propio.

El autor de ‘Encendido Animal de la Noche’, a veces reniega de éste, su primer poemario. Cree que la última obra tiene mayor contundencia en el sentido de que contó con la curaduría de ‘Tinta Ácida Ediciones’, dirigida por el escritor y poeta manteño Alexis Cuzme, a quien califica como “un editor riguroso y comprometido con la literatura independiente y marginal del Ecuador”.

Los títulos de sus libros son tan largos que hasta parecen canciones de ‘Sal y Mileto’. Pero a medida que la lectura avanza, todo cobra sentido. Estas escaramuzas y espejos extraviados navegan entre la locura y la salvación. La primera deja ver imágenes caóticas pero ampliamente narrativas, con la fuerza recursiva que caracteriza la poesía de Aguilar. La segunda, en cambio, se alcanza entre películas, bandas sonoras, su hijo Gael y su novia Jacinta: “Con los dos tengo una especie de ajuste de cuentas: encierran ese trabajo pendiente en mi formación como lector, ser humano, padre y pareja. Los espejos extraviados me enfrentan a la página en blanco”.

Jorge asegura que en este trabajo existe un afán de alejarse del verso convencional y que, la brevedad de las 36 páginas que tiene el poemario responde a un nuevo libro en proceso, que se publicará bajo el sello editorial ‘La Caída’ de Germán Gacio Baquiola. ‘Fanfarrias absurdas contra una escopeta luminosa’ es otro de esos largos títulos en los que una vez más, el autor ha de encontrarse. “Porque todo proceso de escritura es una forma de confrontación y además, sea cual sea el autor o la autora, la poesía ecuatoriana siempre será under”, reflexiona el poeta.

En esta película abandónate a la lluvia,

o a sus intervalos de mierda y laberinto.

Ya no dejes desperdigados racimos de semen

sobre la neblina.

Ni deambules febril sobre cuerdas de carbón”.

Este fragmento de Aguilar que se lee en el apacible transcurrir de las páginas, suena distinto cuando sale de su voz. El escritor declama sus textos de memoria y levanta la voz hasta captar la atención de cualquier público que lo acompaña; potencia que lo ha llevado a triunfar en varios concursos de oratoria a nivel interprovincial e incluso, ser el ganador de la segunda edición del ‘Poetry Slam’, encuentro organizado por la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay.

El día que Jorge Aguilar triunfó en el slam llevaba puesta una camiseta de la banda mexicana de rock y blues ‘Real de Catorce’, un soundtrack al que reconoce “en los momentos de silencio y en los que escribo”. En ‘Poemas como escaramuzas y espejos extraviados’, los mexicanos se llevan una suerte de agradecimiento que funge como la única manifestación explícita de su melomanía.

Los otros textos, aunque son guiños alusivos al cine y a la música, se logran de manera más discreta. “Si bien son temas sobre los que ya se ha escrito mucho, jamás trato de imitar una voz o un pulso. Cuando quieres hablar de estas temáticas, pienso que la forma más honesta es haciéndolas notar lo menos posible. Para conseguir ese mínimo de originalidad hay que tratar de alejarse del objeto de deseo que te ha inspirado”, sentencia convencido. (IAJ) (I)

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