La poesía cuencana está viva

Es una realidad ineludible decir que en Cuenca -todavía llamada con el pecho hinchado de sus habitantes: “La Atenas del Ecuador”- hoy existe una generación de poetas jóvenes vivos que, han demostrado que en la ciudad hacen ruido otros nombres, además de los legendarios César Dávila Andrade y Efraín Jara Idrovo.

No forman parte de un grupo. Sin embargo, creen en los colectivos y en que la poesía debe estar en el espacio público. También están conscientes de que ya dejaron de leerse entre amigos, pues su obra transcendió al contexto local, nacional e incluso internacional. Han dejado de llamarse “emergentes”.

Agustín Molina

Tiene 25 años y hace no mucho fue co-editor de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay.

Agustín Molina es parte de eso que se conoce como “la nueva camada” y a él no le molesta si lo llaman “emergente”, porque “quizá no se termina de emerger hasta que el verdadero cuerpo surja. Yo puedo seguir denominándome así, pues todavía no tengo publicaciones, pero eso no inhabilita mi intuición poética o mi leitmotiv artístico”.

Lo de la ausencia de poemarios terminará este año, con la ópera prima que Agustín prepara con editorial La Caída, de Germán Gacio Baquiola. Aunque poderosos textos como: “Agustín versus los relámpagos que queman. Kafka versus las banderas, sobre las dilapidaciones de lector recién nacido por la carne enervada fluyendo”, han sido publicados en la reconocida revista literaria “Liberoamérica”, y las antologías “Panamericana” de la Dirección Municipal de Cultura de Cuenca, o “90 Revoluciones” de Mecánica Giratoria.

El escritor dice que llegó a la poesía por una necesidad imperiosa, “se trata de una decisión de la juventud y una revelación en la madurez. Tiene mucho de desenfreno, pero admito que es lo único que sé hacer bien. Efraín Jara decía que para trascender en la literatura hay que cometer parricidio: matar al padre literario, a quien nos engendró como autores. Entonces, este último contrincante cuencano deberá ser capaz de subirse a un ring con el ‘Cuchucho’, para arrebatarle el cinturón. Yo quisiera estar ahí para verlo”.

Juan F. Bermeo

Son 31 años los que Juan Fernando Bermeo se mueve en un entorno artístico. Su familia y sus decisiones profesionales lo confirman, pero en una publicación se perenniza su talento poético: “Metrópolis: Cementerio de Espadas”, publicado en 2018 con editorial La Caída es su primer poemario, donde el humor se burla de una ciudad, de un no lugar, y viceversa.

A lo mejor de allí le viene esa percepción de que a los poetas cuencanos se los ha invisibilizado “o ellos mismos se han malacostumbrado a creer que la poesía está centralizada”. Bermeo lucha contra sus propias conjeturas, al ser una especie de mercader que comparte en todas las plataformas posibles, el trabajo literario de sus amigos, “porque hay que seguir dándonos la mano. Es hora de hacerlo”.

Confiesa que nació de la lírica de los poemas épicos. “De una copia de ‘Azul’ de Rubén Darío”. Desde entonces, sus textos aparecen en diversas publicaciones iberoamericanas.

Jorge Aguilar

Hace casi catorce años, Jorge Aguilar de 33 se radicó en Cuenca. Su natal Piñas quedó atrás pero no en el olvido, porque ha leído a sus coterráneos y a toda la propuesta nacional posible.

Es realista, dice, al creer que en Cuenca no existe un movimiento literario. Pero nadie le quita de la cabeza que la iniciativa y sobre todo las ganas, han construido una generación que “si quisiera, podrían levantar un manifiesto en el que las personas pongan su aliento, su voz y una cohesión más que sólida”.

Las editoriales, afirma, han sabido sostenerse en Quito y Guayaquil porque a pesar de que han formado un canon literario, tienen propuestas con visión de marca y los autores se leen y critican entre ellos. “Los cuencanos aplican la ley del gamonal y del capital cultural”, suelta con destreza, la misma que se traduce en la fuerza de su escritura poética, su actitud y sus dos obras publicadas.

A corto plazo, Aguilar ansía que “las propuestas jóvenes se estructuren y quienes fungen actualmente de críticos, se den cuenta de que las nuevas generaciones son desinteresadas”.

Liliana Pañi

Liliana Pañi es la poeta que ve todo en perspectiva. Su apego a la gestión cultural le hace percibir que la difusión literaria todavía es independiente. Lo que no ha percibido es que se ha convertido en una de las voces poéticas femeninas más potentes de Cuenca, modestia que según dice, le frenó a publicar una obra.

Las vivencias y las “luchas”, como ella las llama, la empujaron a tomar finalmente, la decisión de escribir estos textos en un próximo libro: “Los huesos serán polvo para hacer estornudar a los seres / que quieran seguir fumando un poco de la gloria que queda / debajo de la conciencia. / Yo no quiero ser un recuerdo”.

La escritora cuencana hoy se muestra confiada y siente que las nuevas voces poéticas incomodan porque no se han anclado a las costumbres, sino que se han desprendido de ellas: “Nuestra potencia no se ha dejado ver porque aún no somos conscientes de lo gigantes que podemos ser, si creamos en colectividad y nos juntamos”.

Su obra, supremamente apegada al cuerpo, al dolor, a la carne y a la resistencia, ha sido publicada en diversas editoriales y antologías cartoneras.

Paola Cando

Todavía no se atreve a llamarse escritora, pero sabe que es lectora. Con apenas 25 años, Paola Cando tiene una obra poética invaluable y prometedora, que ha sido parte de diversas antologías, incluida “Armario de Letras 2”, de la editorial mexicana “Caza de Versos”.

Desde adolescente comenzó a hacer una lista de palabras poco comunes, diagramar ideas y armar textos poéticos que hasta entonces, no sabía que creaba. “Yo siento que la poesía y la escritura en general, son la trinchera desde la que afronto a mi vida, una especie de herramienta reconstruida con un montón de partes más, que sirven para dar a conocer mi cosmovisión de todo”, dice una mujer joven que tal y como el resto de poetas, se piensa desde un lugar distante al individualismo.

Paola maneja la certeza de que la poesía ha tomado diferentes formas de difusión, y le gusta soñar con una plataforma en la que, las futuras generaciones publiquen y compartan textos innovadores que contengan ilustración, música “y distintas expresiones artísticas que encajen en los poetas cuencanos, tan maleables y lúdicos”. (IAJ)-(I)

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