Vecinos de El Vado convirtieron un espacio abandonado en un centro comunitario

El barrio recuperó un espacio que estaba abandonado y deteriorado.

Lo que antes era un temido urinario en el barrio El Vado se ha convertido en un centro de oración, similar a una capilla. Está dedicado a sus habitantes, especialmente a aquellos a quienes la soledad acompaña con frecuencia.

Es miércoles por la noche y las calles del centro histórico de Cuenca se vacían lentamente de personas. Hay tramos de calles, principales y secundarias, que se llenan de vehículos. Entre ellas, las aledañas al tradicional barrio El Vado, al que llegar es cambiar a un escenario artístico.

La plazoleta ha vivido modificaciones a lo largo de su historia y, actualmente, goza de creativas obras extraídas de la creatividad e ingenio del artista cuencano René Pulla. Entre ellas, el palo encebado, la pintura de las panaderas, y ahora, en donde se ubicaban los baños públicos hay una adaptación religiosa similar a una capilla o centro de oración.

Los vecinos de El Vado se reúnen los miércoles para rezar y compartir.

Los fondos recaudados para esta obra son un esfuerzo mancomunado de los vecinos, entre ellos, la familia Pulla – Álvarez, el actual presidente y otros habitantes del barrio. La meta en este espacio consiste en transformar la fachada.

Recorrido

Para acceder a este espacio, desde la plazoleta, se usa las gradas que conectan con la Bajada del Vado o desde la Calle de la Cruz. Desde afuera, a través de la puerta y malla metálicas, se ve una cruz, cuadros que representan las 14 estaciones y pinturas de arte religioso.

Lo atractivo y moderno es que el artista aprovechó materiales pictóricos fluorescentes que le dan un aire religioso similar a espacios adornados con velas. El colorido efecto logra su esplendor cuando se encienden las luces de neón.

Cada miércoles, las sillas colocadas en dos columnas, una a la izquierda y otra a la derecha de tal forma que se vean frente a frente, están llena de personas.

Las voces de adultos, adultos mayores y jóvenes se mezclan en rezos y oraciones dirigidas por las vecinas. Entre ellas, Victoria Naula. De los 85 años que tiene, 66 ha vivido de cerca los cambios que ha sufrido el barrio.

A su mente llegan memorias como aquellas en las que enfrentaban los peligros que representaba vivir en un barrio denominado zona roja. Luego, recordó las acciones tomadas por la brigada barrial, confrontada en su mayoría por los jóvenes del barrio, quienes hacían vigilancia nocturna.

«Pero nada como tener a donde venir a rezar«, dice contenta. En sus ojos se ve alegría, paz. Son un grupo de vecinos, principalmente adultos mayores, que han encontrado en un espacio impensable un lugar en el que sentir pertenencia.

Aunque este lugar ya presentó cambios al convertirse en la casa comunal de El Vado, ahora deslumbra su matiz artístico y religioso. El creador de las obras no descuidó detalles.

La cruz principal colocada en lo que se puede llamar altar tiene una cromática que resulta de los colores de banderas de Ecuador, Cuenca y del barrio, es decir: amarillo, azul, rojo, blanco y verde.

La pintura colocada a la derecha del altar permite hacer, visualmente, un recorrido por las siete principales cruces de Cuenca. El Vado, Todos Santos, San Sebastián, San Blas y El Vecino son las inspiraciones para esta obra. A ellas se suman representaciones de la Catedral Nueva y la Catedral Vieja.

El rezo se mezcla con todo este ambiente.

Un amén voceado claro y en coro finaliza el ritual. Las miradas de todos, que antes se posaban principalmente sobre las vecinas que dirigían el rezo o sobre la cruz, ahora se cruzan entre ellas buscando conversación.

Al vecino que le toca, comparte una golosina para hacer agradable el momento. Esta vez, chocolate caliente acompañado de pan llenaron el estómago de los asistentes mientras conversaban de temas, entre irrelevantes y de importancia. «Casi nunca hablamos de política, evitamos hacerlo», dijo Míriam Alvarado.

Puntualizó que prefieren compartir, conversar y recordar. Al final, todos se despiden con la convicción de volver a verse la semana siguiente.

La gente que habitaba y que aún habita el tradicional barrio, recordado por su particular aroma de pan y las encantadoras Suquitas Mateas, se emocionan al rememorar los días actuales días, en los que todo cambió.

Propuesta

Hernán Alvarado, presidente del barrio, enfatiza la necesidad de tener espacios abiertos paras los vecinos, pero, sobre todo, aquellos dedicados a los adultos mayores. A más de trabajar como médico, su experiencia le ha mostrado que es un grupo social que requiere atención prioritaria.

«La pandemia sacó a la luz estos problemas, ellos necesitan en dónde compartir».

Otra de las motivaciones que les llevó a adaptar el lugar, es una fotografía de los años 60, en el que se observa que la entrada al exurinario público era similar al ingreso a una capilla o ermita. «Soñamos con lograrlo y hacer que vuelva a tener un ingreso similar», detalló Alvarado.

Míriam Alvarado llegó al barrio a los 15 años de edad. Hoy, a los 70, siente que es una parte vital de su vida.

DATOS

1

Lo que ahora es El Vado, antiguamente fue uno de las principales ingresos a la ciudad, recuerdan historiadores.

2

Las reuniones para rezar son todos los miércoles a partir de las 19:00. Las tertulias se extienden terminado el ritual.

3

La fiesta de la Cruz se lleva a cabo cada 3 de mayo. La característica cruz fue erigida en 1886.

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